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Región.- El trabajo de las mujeres en el campo es vital para el progreso del país, pues su resultado disminuye la desigualdad y la pobreza.
Desde la producción de cultivos hasta el procesamiento, la preparación y la distribución de alimentos, el trabajo de las mujeres, tanto remunerado como no remunerado, alimenta a sus familias, comunidades y al mundo.
Además, su labor disminuye la desigualdad y la pobreza, y ayuda a combatir el hambre, por ello, su participación y empoderamiento en la agricultura, la ganadería y la pesca constituyen áreas de acción prioritarias, debido a que proporcionar a las campesinas acceso a los mismos recursos que los hombres es factor de cambio.
De acuerdo con cifras del INEGI, en 2020, en el país habitan 65.8 millones de mujeres, de las cuales 13.9 millones viven en localidades rurales. Donde solo 938 mil trabajan en el sector primario, divididas en 83.9 por ciento dedicadas a la agricultura, 13.3 por ciento a la ganadería, 1.1 por ciento a la pesca y el 1.7 por ciento a otras actividades.
De ellas, el 96.7 por ciento trabajan y realizan otras actividades, como son quehaceres domésticos, cuidado de otra persona, acarreo de leña y agua.
