No habían sido buenos días para las fuerzas federales. De hecho, la coyuntura daba para que la autoridad repensara el papel que éstas estaban teniendo en la estrategia de seguridad. O al menos de cuestionarlo. Los hechos de Tlatlaya, así como lo de Iguala, se anotaron en aquel expediente que la autoridad no quisiera bajo ningún motivo engordar: en el que se anotan los errores y se evidencian los tantos vicios que han traído estos problemas. Aún seguimos esperando que se nos responda el quién o los porqués sobre los pasados acontecimientos.
El que se hacía pasar por un acaudalado empresario dedicado a los bienes raíces, el fanático y comprador de piezas de arte, Héctor Beltrán Leyva, fue detenido en San Miguel de Allende. Ahí quedó el que sobrevivió a la muerte de El Barbas y a la captura del Mochomo. Había logrado escabullirse de la justicia, como otros tantos más lo siguen haciendo. El H era el último eslabón de los Beltrán Leyva que faltaba en ser detenido.
La captura de El H, la cabeza del cártel de los Beltrán Leyva, es un logro que ayuda amortiguar todos los cuestionamientos que hoy se tienen al respecto de las fuerzas federales. Por supuesto que la caída de cabezas de grupos criminales son importantísimas, porque sacuden los organigramas al interior de estos, modifican su estructura y, aunque a paso lento, van complicando sus operaciones. Pero también, siempre que éstas suceden, nos preguntamos si a estas alturas son golpes suficientes para detener un poco la fuerza que han adquirido los criminales en los últimos años. Aunque, desde luego, serán siempre operaciones bien recibidas, porque nos habla también de las estrategias en materia de inteligencia, que nuestras fuerzas saben ejecutar. Hay errores, sí, y se debe actuar en consecuencia de ellos; pero también se pulen las estrategias que tienen, como ésta, algunas victorias.
El tema en torno a esta detención son las circunstancias en las que se dio y que se irán aclarando al paso del tiempo: ¿quién y de quién es amigo su operador financiero —también capturado—? Ya están saliendo los que se han visto involucrados a aclarar que nada tienen que ver con él…
Addendum. Vaya paradoja —o paradojas— sigue generando el caso de Florence Cassez. Quien hoy vive en libertad, no porque haya resultado inocente, sino porque los errores que se cometieron en su proceso le dieron la oportunidad de salir de prisión. Siempre tendremos que recordar que jamás fue declarada inocente. Y pues, ayer, Cassez presentó una denuncia en París por su mal justificado encarcelamiento, uy, en el que vivió en “condiciones inhumanas”. Es el caso típico del pato que le tira a las escopetas. O el de el tiro que sale por la culata. Es una de las paradojas más tristes que ha dado la justicia del país. Del nuestro, lamentablemente. Porque Cassez ha aprovechado bien el papel de víctima de un mal sistema, que hasta un libro escribió, y hoy le tira a convertirse en una suerte de heroína que logra reponerse de una injusticia que, en realidad, no es más que una mala argumentación. Al final, ella salió ganando y no sólo su libertad…
Addendum 2. Ayer, Luis Videgaray anunció que, hace unos días, el presidente Enrique Peña Nieto envió ya al Congreso su iniciativa de ley de competitividad: “De merecer su aprobación de las cámaras, sin duda nos dará instrumentos de claridad permanentes para tener verdadera política de Estado en fomento de productividad y competitividad nacional…”. Será éste acaso un complemento necesario para que las reformas promulgadas ya tengan un camino mucho mejor trazado para su ejecución.
Economía y Hacienda
La coordinación entre las secretarías de Hacienda y de Economía se ha intensificado en las últimas semanas. Como muestra, ambos secretarios aparecieron juntos en tres diferentes eventos esta semana: fondos de energía, El Buen Fin y para presentar la ley de competitividad y productividad. Al propio sector empresarial le ha impresionado la buena coordinación y trabajo conjunto de ambas dependencias federales. Se empieza a notar más la ya añeja relación entre Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo.
