


México.- La prestigiada revista The New Yorker publicó ayer un artículo del periodista Francisco Goldman, quien, sin rodeos, advierte que el Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto está construyendo un discurso para justificar la represión de manifestaciones públicas y señala que el ejemplo más claro de corrupción en México “es el propio Presidente de la república”.
En su texto titulado “Crisis en México: Una Revolución Infrarrealista”, el principal del semanario, Goldman pone énfasis sobre las dudas que hay en torno de los grupos violentos (los llamados “anarcos”) que aparecen en cada marcha y “proveen a la policía argumentos para utilizar la violencia”.
Y ofrece varias citas sobre los riesgos de una represión contra los manifestantes, y el discurso que se viene construyendo.
Por ejemplo, retoma parte de un artículo publicado por Beatriz Pagés Rebollar, una ex periodista y ahora funcionaria del PRI y fortalece su hipótesis, luego de un texto de Carlos Alazraki, a quien describe como “un privilegiado veterano del PRI y ejecutivo de publicidad que ha trabajado en las campañas electorales de varios de los candidatos presidenciales del partido”.
Goldman refiere:
“Peña Nieto habla a menudo como un actor que interpreta a un estereotipado Presidente en un programa de televisión, hablando sobre el uso legítimo de la fuerza, como si frases como esa tuvieran un poder mágico para aislarlo de las realidades sórdidas de un poder autoritario ejercido sin ley y con brutalidad, y de un Gobierno irremediablemente comprometido. Cuando un Presidente como éste habla de un uso legítimo de la fuerza y describe a los manifestantes como amenazas a un ‘proyecto nacional’, lo que la gente oye son amenazas de ejercer ese poder de manera violenta y arbitrariamente”.
En su artículo, el reconocido periodista estadunidense expone las dudas que hay sobre la honestidad del Presidente de México. “El ejemplo más claro de la corrupción en México en este momento parece ser el propio presidente Peña
Nieto”, subraya.
“No puede explicar de manera creíble cómo un relativamente joven funcionario de una familia de clase media ha logrado acumular tanta riqueza como la que él tiene. La más difundida (aunque no la única) evidencia de esta riqueza es la mansión de siete millones de dólares que el Presidente dice que pertenece a su esposa, una estrella de telenovelas que no ha trabajado desde el año 2007”.
Y remata.
“El título de la casa es propiedad de una empresa de construcción que ha ganado contratos (algunos de ellos controvertidos) de las administraciones de Peña Nieto, tanto durante su gobierno (en el Estado de México) como en su Presidencia.
La semana pasada, cuando se le dio un premio en el Comité de Protección de Periodistas por su contribución para la libertad de prensa, Jorge Ramos, el locutor de Univisión, se refirió a Peña Nieto de una manera que ningún radiodifusor y muy pocos políticos mexicanos se ha atrevido: ‘¿Se imaginan lo que pasaría aquí en los Estados Unidos si un contratista secreto del Gobierno financia la casa privada de Michelle Obama? Bueno… eso es lo que está pasando en México y, aunque no lo crean, ni siquiera hay una investigación independiente que estudie el caso’, dijo. ‘Eso no es salvar a México. Eso
es corrupción’”.
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