


Lejos de comparecer ante la justicia por su responsabilidad en el otorgamiento de la licitación para la construcción de la Linea 12 del Metro del DF —plagada de irregularidades que hoy la mantienen parcialmente inservible—.
Marcelo Ebrard se ha dedicado a atacar, con las “herramientas” que construyó desde que ocupó la SSP del DF y “fortaleció” en el GDF, las cuales conserva de manera ilícita hoy que ha caído en la desgracia política, víctima de su soberbia, a todos aquellos que se “han atrevido” a cuestionar su administración.
Desde las infaltables “filtraciones periodísticas” hasta la protección que ha recibido de aquellos que lo “apoyaron” durante su gestión y que obtuvieron ganancias económicas, el exjefe de Gobierno trabaja desde “las sombras” para preparar su retorno con motivo de las elecciones
del año próximo.
Siempre proclive a “la tenebra” política y a operar a través del espionaje y la intriga, el político vive el ocaso de su carrera a la par de una obra que hoy simplemente no funciona y que le ha costado al erario—léase a los ciudadanos— millones de pesos.
Y es que, de acuerdo con las investigaciones que ha realizado la Contraloría General del GDF, cuyo titular, por cierto, ahora ha tenido que llegar a “apagar” el fuego que dejó el ineficiente Jesús Rodríguez Almeida al frente de la SSP.
Todo se ha reducido a sanciones e inhabilitaciones para ocupar cargos públicos dentro de la administración.
Sólo existe una supuesta denuncia penal en contra del director del proyecto, Enrique Horcasitas, denuncia de la que ninguna autoridad de la PGJ del DF ha
informado nada.
Hasta el momento, nadie “ha tocado” al principal responsable de todo el equipo que operó lo que, pensaba, sería la obra cumbre de su gobierno: la Línea Dorada que terminó convirtiéndose en su Waterloo político. 2014 ha sido el peor año en toda su
trayectoria pública.
Y no tanto por la animadversión que generó durante su desempeño como “cabeza” de la capital del país sino por él mismo y sus colaboradores —su “gente más cercana” dirían los políticos— que no respetaron “los amarres” que ya había acordado Ebrard con el equipo de “relevo” que llegaba cuando tomó posesión Miguel Ángel Mancera, actual jefe de Gobierno.
Ahí están las consecuencias. Ahí están las “filtraciones” que a través de la prensa (disfrazadas de “exclusivas periodísticas”) han querido “correr” con dos fines: vengarse de sus “enemigos políticos” y distraer la atención de los ciudadanos para que se les olviden lo que verdaderamente es de fondo, la corrupción y la impunidad que
imperaron en su gobierno.
De acuerdo con las últimas estimaciones de las actuales autoridades capitalinas sería hasta noviembre de 2015 cuando la fallida Línea 12 reanude totalmente sus operaciones en beneficio de 350 mil personas que diariamente requieren de ese transporte en la zona oriente del DF y que resultaron perjudicadas luego del cierre de
11 de sus 20 estaciones.
Hace apenas unas semanas, el secretario de Finanzas, Édgar Amador Zamora, dijo a los diputados locales que el gobierno capitalino asumirá la responsabilidad de rehabilitar la Línea 12 y solicitará para ello un presupuesto “base” de 500 millones de pesos, aunque el costo “final y definitivo” puede ser mayor.
El funcionario garantizó que dicho gasto no tocará un sólo peso de los programas sociales, de operación básica de la ciudad ni de seguridad pública.
Al comparecer ante los diputados federales de la Comisión Especial para el seguimiento del ejercicio de los recursos federales destinados a la Línea Dorada, el funcionario dijo que los recursos para rectificar las fallas del proyecto provendrían de un ajuste al gasto corriente de la
administración local.
El secretario de Obras y Servicios del DF, Alfredo Hernández, informó que la reapertura total de la Línea 12 del Metro está prevista hasta noviembre de 2015.
La rehabilitación se hará en tres etapas: de Atlalilco a San Andrés Tomatlán, en mayo; de San Andrés a Periférico Oriente, en junio, y de ahí a la terminal Tláhuac,
en noviembre.
Para poder iniciar la rehabilitación de la Línea 12 se necesita sustituir 528 mil piezas, 200 mil más de las previstas por la empresa francesa Systra, que realizó
el diagnóstico.
Ello nos da una idea de la cantidad de piezas que fallaron por las irregularidades en su diseño y construcción.
Los que parece que son insustituibles son quienes tomaron las decisiones
a la hora de la licitación.
Sobre ellos “no cae el peso de la ley”, como tanto prometen los políticos en sus discursos. Pronto los veremos volver
a la escena pública.


