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Viraje histórico

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En una noticia que dio la vuelta al mundo, por separado los mandatarios de Cuba y Estados Unidos anunciaron el restablecimiento de relaciones bilaterales

Esto después de 53 años de Guerra Fría, agradeciendo la mediación papal y de Canadá. Obama recordó que “Estados Unidos ha apoyado la democracia y los derechos humanos en Cuba a través de políticas que tenían como objetivo aislar a la isla…

Ha tenido poco efecto más allá de proporcionar el gobierno cubano con una justificación de las restricciones
a su gente.

Ni el pueblo norteamericano, ni cubanos están siendo beneficiados por una rígida política que tiene sus raíces en los acontecimientos que tuvieron lugar antes de que la mayoría de nosotros naciéramos. 

Es hora de un nuevo enfoque… Para el pueblo de Cuba, Estados Unidos les extiende una mano de amistad”.

Por su parte, Raúl Castro dijo: “He reiterado nuestra disposición a sostener con el gobierno de los Estados Unidos un diálogo respetuoso.

Discutir y resolver las diferencias mediante negociaciones del más alto nivel… hemos acordado el restablecimiento de las relaciones diplomáticas… el bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar.

Proponemos al gobierno de EU adoptar medidas mutuas para mejorar el clima bilateral y avanzar hacia la normalización de los vínculos”.

Un parteaguas histórico: transcurrió un cuarto de siglo desde la caída del Muro de Berlín y el final de la bipolaridad para dar el primer paso y poder terminar con la Guerra Fría en América. 

En sorprendente parecido con lo sucedido en los 80, cuando Juan Pablo II cumplió un rol fundamental en el colapso del socialismo, el fin de la Guerra Fría y el inicio de la ola democratizadora en Europa del Este, ahora la mediación del papa Francisco es clave para acabar con la bipolaridad americana, y con el anacrónico e injusto bloqueo. 

De igual forma, como sucedió en los 80, en esta ocasión destaca la crisis del marxismo y el socialismo cubano (que se agudizará con la inevitable reducción del subsidio venezolano) y los intentos reformistas de Raúl Castro; la fuerza de la globalización capitalista y de la revolución de las tecnologías de la información, que entre otras cosas hacen inviables los modelos económicos cerrados… y sobre todo, la voluntad de diálogo y acuerdo, en ese entonces de Reagan y Gorbachov, y ahora de Obama y Raúl Castro para darle un giro de 180 grados al reloj de la historia.

La próxima cumbre de las Américas a realizarse en Panamá (Cuba participará por primera vez) puede ser la oportunidad para oficializar los acuerdos (que pueden ser de importancia similar a los de la Cumbre de Malta del 89).

 1) el final de la Guerra Fría, del bloqueo y la confrontación.

2) la reinserción de la isla al sistema interamericano y su convergencia con la CELAC.

3) el establecimiento de tratados en materia comercial, migración, turismo, etc., entre EU y Cuba, o con otras naciones.

4) el comprometer a Cuba para una mayor apertura política y respeto a los derechos humanos.

5) la concertación de acciones internacionales como la lucha contra
el ébola.

Aunque Raúl Castro diga que el socialismo cubano es “intocable”, la liberalización económica y política empujará sus reformas, al igual que sucedió con la Perestroika de Gorbachov, más allá de lo planeado, y con seguridad serán arrastrados por el torrente globalizador, y de pasada dejando sin armas ideológicas a la izquierda fundamentalista. 

En realidad el obstáculo principal para la normalización provendrá del Congreso norteamericano: acabar con el embargo presupone abolir la ley Helms-Burton, y no será fácil convencer a la mayoría republicana, la que buscará explotar el tema en su beneficio político-electoral.

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