

Lo que prometía ser un viaje de ensueño a la Antártida a bordo del lujoso SH Diana, terminó convirtiéndose en un insólito capítulo de frustración y protesta para un grupo de pasajeros. El 13 de noviembre, el barco zarpó desde Ciudad del Cabo con rumbo a la fría región austral, pero en el día 14 de navegación, una grave falla en uno de sus motores eléctricos desvió el itinerario y acabó con la tan esperada experiencia antártica.
Con boletos de entre 8,900 y 12,700 dólares (hasta 260,000 pesos mexicanos), los pasajeros se vieron rápidamente decepcionados al ver cómo se cancelaban sus excursiones por glaciares y avistamientos de pingüinos, y el SH Diana se redirigía hacia Ushuaia para reparaciones.
La indignación llegó a su punto máximo cuando un grupo de pasajeros rusos decidió iniciar una huelga de hambre como forma de protesta ante la situación. Según relatos de testigos a bordo, la protesta escaló rápidamente, dejando a la tripulación lidiando con un grupo de viajeros furiosos, a quienes la empresa ofreció un reembolso del 50% y un crédito del 65% para futuros viajes. Sin embargo, la respuesta aún no calmó completamente los ánimos de los más afectados.
Swan Hellenic, la compañía responsable del crucero, se disculpó por los inconvenientes y reconoció la “decepción” de los huéspedes, asegurando que la compensación ofrecida superaba lo requerido por la ley. Mientras tanto, la tripulación se enfrenta al reto de reparar el motor y restaurar la paz a bordo.
Este incidente pone en evidencia que, incluso en los cruceros de lujo, el glamour puede desvanecerse rápidamente ante una crisis técnica. ¿Será este el primer episodio de una nueva ola de protestas a bordo de los cruceros modernos? Solo el tiempo dirá.
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