
Agencias
Argentina decreta siete días de luto; España, tres. Líderes del mundo destacan su compromiso con los marginados y el medio ambiente. El Rey de España resalta su espíritu de consenso.
El Papa Francisco falleció este lunes a las 7:35 horas en la Casa Santa Marta, su residencia en el Vaticano, a los 88 años. Tras su muerte, la Santa Sede informó que se prevé trasladar su cuerpo a la Basílica de San Pedro el miércoles 23 de abril para que los fieles puedan ofrecerle un último homenaje. Los detalles de esta ceremonia serán definidos este martes por la primera Congregación General de Cardenales.
Miles de fieles comenzaron a congregarse en la Plaza de San Pedro tras la confirmación de su fallecimiento, mientras los mensajes de condolencias y reconocimiento se multiplicaban desde todos los rincones del mundo.
Francisco, el primer Papa latinoamericano, dejó un legado marcado por la defensa de los más vulnerables, la lucha contra el cambio climático, la crítica al sistema económico global y su histórica apertura hacia colectivos marginados. Su última aparición pública fue este domingo, durante la bendición en la plaza vaticana, apenas semanas después de haber sido dado de alta tras 37 días de hospitalización por una neumonía.
Luto internacional y homenajes
Argentina, su país natal, decretó siete días de luto nacional. Brasil hizo lo propio, en voz del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien recordó que Francisco “llevó el tema del cambio climático al Vaticano” y luchó contra la desigualdad con “coraje y empatía”.
En España, se declararon tres días de duelo. El Rey Felipe VI elogió su “espíritu de consenso para lograr un mundo más justo y solidario”. Otros líderes, como Donald Trump, Vladimir Putin, Javier Milei y J. D. Vance —quien fue el último dignatario extranjero en reunirse con el Papa—, también expresaron su respeto y admiración.
Un legado de cercanía y reformas
Francisco será recordado por su estilo directo, sencillo y reformista. Desde su célebre frase “¿Quién soy yo para juzgar?” hasta sus esfuerzos por acercar la Iglesia a los excluidos, su pontificado rompió moldes y generó tanto adhesiones profundas como debates intensos.
Su partida abre ahora un nuevo capítulo para la Iglesia Católica, con la inminente convocatoria de un cónclave que se anticipa complejo, en medio de tensiones internas y una coyuntura mundial desafiante.
