
Alejandro Aguilar
El Buen Tono
Córdoba.- En medio de una celebración litúrgica impregnada de simbolismo, el padre Domingo Ortiz Medina destacó que la diocidenia es un regalo divino que pocos experimentan. Pero más allá de la solemnidad, su mensaje central fue claro: el Papa Francisco, cuyo pontificado marcó una era, tuvo como eje la caridad, un valor evangélico que lo definió desde el momento en que eligió su nombre en honor al San Francisco de Asís.
Desde el inicio de su pontificado en 2013, el argentino Jorge Bergoglio sorprendió al mundo al adoptar el nombre de Francisco, un guiño directo a San Francisco de Asís, símbolo de humildad y servicio a los más vulnerables.
“Él asumió ese nombre no como un título, sino como un mandato”, explicó Ortiz Medina durante su homilía. Relató cómo el Papa, en gestos cotidianos, abrazos, palabras al oído, repetía: “No te olvides de los pobres”.
Para el sacerdote, esta no era una consigna retórica. La caridad del Pontífice trascendió lo material: “La pobreza no es sólo económica; es la pobreza del pecado, la que nos aleja de Cristo”. Francisco, dijo, encarnó la opción preferencial por los pobres, en espíritu y en acción, ya sea lavando pies en cárceles, denunciando la “cultura del descarte” o viviendo en austeridad.
Ortiz Medina llamó a no reducir el agradecimiento a Francisco a meras palabras: “Si no cambiamos nuestras vidas, no entenderemos la alegría de los apóstoles o de María Magdalena”. Insistió en que el verdadero homenaje al Papa está en imitar su coherencia: “La caridad es el antídoto contra la pobreza espiritual que nos contamina”.
