
Agencias
Vaticano.- Las conversaciones para elegir al sucesor del Papa Francisco continúan en el Vaticano, donde este sábado se llevó a cabo la novena jornada de congregaciones generales, reuniones a puerta cerrada previas al cónclave que comenzará el miércoles 7 de mayo en la Capilla Sixtina.
Un total de 177 cardenales participaron en la reunión, de los cuales 127 tienen derecho a voto por ser menores de 80 años, informó Matteo Bruni, director de la oficina de prensa del Vaticano. Durante la sesión, realizada en la sala Pablo VI, 26 cardenales tomaron la palabra para abordar temas prioritarios como la comunión entre Iglesias, la solidaridad y el papel de la curia.
“El mundo necesita desesperadamente esperanza, y la Iglesia debe aportar luz”, afirmó Bruni, quien también anunció que el lunes se celebrarán dos nuevas congregaciones generales, a las 09:00 y 17:00 horas.
El cónclave: entre expectativas y oraciones
El próximo miércoles, 133 cardenales electores se encerrarán en la Capilla Sixtina hasta lograr una decisión por mayoría de dos tercios. Aunque algunos anticipan una votación rápida, otros creen que podría extenderse.
“No lo sabemos, esperamos que el Señor nos lo diga”, expresó el arzobispo de Singapur, William Seng Chye Goh, de línea conservadora. Por su parte, el arzobispo de Argel, Jean-Paul Vesco, identificado con una postura progresista, señaló su deseo de que el nuevo pontífice siga la línea de Francisco: “Fue como el padre del hijo pródigo, que abre sus brazos con amor. Eso es lo que esperamos de un Santo Padre”.
Vesco añadió que aún haría falta más tiempo de oración en común, pero confió en que “la Iglesia elegirá al Papa que el Señor ya ha señalado”.
Becciu, excluido del cónclave
Uno de los ausentes será el cardenal Angelo Becciu, de 76 años, quien renunció a participar tras haber sido vetado por el Vaticano debido a una condena por malversación de fondos. En un comunicado, Becciu declaró: “Para contribuir a la serenidad del cónclave y por el bien de la Iglesia, he decidido obedecer”.
Becciu, ex asesor cercano de Francisco, fue apartado de sus funciones tras verse implicado en una polémica operación inmobiliaria en Londres. Su renuncia representa un cierre simbólico a uno de los capítulos más controversiales del pontificado de Francisco.
