Manila, Filipinas – La Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas (CBCP) emitió este fin de semana un comunicado oficial defendiendo al cardenal Luis Antonio Tagle, una de las figuras más influyentes de la Iglesia asiática y considerado por muchos como un posible sucesor del papa Francisco.
El respaldo llega después de que la organización estadounidense Bishop Accountability, conocida por investigar y documentar casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia, acusara a Tagle y al cardenal Pietro Parolin de no haber actuado eficazmente ante las denuncias de abuso clerical.
En el texto, titulado “Reafirmamos nuestro compromiso con la salvaguardia y la responsabilidad”, los obispos filipinos aseguran que Tagle, durante sus años como obispo de Imus y luego como arzobispo de Manila, fue parte activa en la creación y puesta en práctica de las primeras directrices contra el abuso en la Iglesia, a inicios de los años 2000.
“El cardenal Tagle ha abogado constantemente por una Iglesia humilde y receptiva que escuche los gritos de los heridos”, señaló la CBCP, destacando que desde 2019 el cardenal no tiene autoridad directa sobre las diócesis filipinas, al integrarse a la Curia Romana como parte del dicasterio para la Evangelización.
Según la CBCP, la responsabilidad de investigar y sancionar a clérigos señalados de abuso corresponde exclusivamente a los obispos diocesanos y superiores religiosos.
La controversia surge en un momento clave: el cónclave para elegir al nuevo pontífice comenzará este miércoles y Tagle figura entre los llamados papables, es decir, los cardenales con mayor posibilidad de ser elegidos como nuevo papa. Su carisma, cercanía con las comunidades y visión pastoral le han ganado el apodo de “el Francisco asiático”.
Bishop Accountability sostiene que la crisis de abusos en Filipinas “permanece oculta”, y denunció que al menos 82 sacerdotes han sido acusados, algunos de ellos aún en funciones. No obstante, Tagle no figura entre los clérigos directamente implicados en estos casos.
La situación reabre un debate delicado sobre transparencia, justicia y liderazgo dentro de la Iglesia en el país con mayor población católica de Asia, donde más del 80% de sus 110 millones de habitantes profesa esa fe.
