
Agencias
Washington, D.C. — En una jugada que combina nacionalismo simbólico con populismo político, la Cámara de Representantes de Estados Unidos, controlada por los republicanos, aprobó este jueves un polémico proyecto de ley para renombrar el Golfo de México como Golfo de Estados Unidos. La medida, impulsada por la aliada de Donald Trump, Marjorie Taylor Greene, fue aprobada con una estrecha votación de 211 contra 206, desatando críticas por parte de legisladores demócratas y expertos en relaciones internacionales.
El proyecto obliga a las agencias federales a modificar mapas, documentos oficiales y materiales educativos para reflejar el nuevo nombre, pese a que su alcance legal se limita únicamente al territorio estadounidense. México, así como organismos internacionales, no están obligados a reconocer el cambio.
Una iniciativa sin sustancia, pero con carga ideológica
Para la representante Greene, esta reforma “promueve el orgullo nacional”. Para sus detractores, no es más que una cortina de humo. “Es una legislación tonta, mezquina y servil”, calificó el líder demócrata Hakeem Jeffries. Otros legisladores señalaron la futilidad del acto: “Nadie está exigiendo renombrar cuerpos de agua. Lo que la gente quiere son precios más bajos y soluciones reales”, dijo el demócrata George Latimer.
Incluso dentro del propio Congreso se considera un desperdicio de tiempo y recursos en medio de una coyuntura marcada por la inflación, tensiones internacionales y desafíos internos.
Una provocación diplomática innecesaria
El Golfo de México lleva su nombre desde hace más de cuatro siglos, reconocido por tratados internacionales y registros históricos. Para los republicanos, sin embargo, el término refleja una era de dominio español ya superada. “Estados Unidos tiene el poder económico y estratégico sobre el área”, declaró Virginia Foxx, justificando el cambio como un acto de reafirmación geopolítica.
El intento de borrar el nombre histórico también se percibe como un gesto hostil hacia México y América Latina, abriendo un nuevo frente de fricción en una región que requiere cooperación, no confrontación simbólica.
Trump, la prensa y el revanchismo político
El cambio de nombre fue originalmente planteado por Donald Trump en una orden ejecutiva el primer día de su nuevo mandato. A la par, su gobierno ha intentado limitar el acceso de medios críticos, como Associated Press, a eventos presidenciales. Una demanda judicial resultó en un fallo que ordena restablecer ese acceso, citando violaciones a la Primera Enmienda.
Mientras el Congreso republicano gasta tiempo en rebautizar cuerpos de agua, los problemas reales —como la desigualdad, el cambio climático o los derechos civiles— siguen esperando una respuesta seria.
