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Nicolás Prado: el candidato que olvida a Tomatlán

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Por Héctor Tecalco
Reporteros de las Altas Montañas

En el extravagante circo de la política mexicana, donde las promesas vuelan más rápido que los billetes en campaña, Nicolás Prado, abanderado del PAN en Tomatlán, ha decidido que su mejor estrategia no es convencer a los locales, sino traer público de otros municipios. Según denuncias, su brigada se nutre de gente de Chocamán, como si en su municipio no hubiera suficientes ciudadanos dispuestos a seguirlo… o tal vez no los haya.

¿Desesperación o cálculo electoral?

El señor Prado parece confundir su candidatura con una competencia de popularidad: mientras más gente aparezca en sus eventos, más legítimo se sentirá. Lo curioso es que, en lugar de ganarse a los tomatecos, prefiere importar simpatizantes, como si el voto de fuera valiera más. Y mientras tanto, el presupuesto que debería destinarse a propuestas se evapora en traslados y gratificaciones dudosas. ¿Será que en Tomatlán no hay suficientes personas que crean en él sin necesidad de pagarles la asistencia?

Un historial de colores partidistas: hoy PAN, mañana… ¿quién sabe?

Pero el tema de los simpatizantes foráneos no es lo único que llama la atención. Nicolás Prado tiene un currículum político tan cambiante que hasta un camaleón se marearía. Ha pasado por el PRI, el PRD, Nueva Alianza, intentó colarse en Morena y ahora se presenta con el PAN. Uno se pregunta si su verdadera convicción es el poder, no las ideas. Y mientras los partidos se suceden en su historial, los ciudadanos siguen esperando resultados.

El dinero de las sombras y las promesas vacías

Detrás de este despliegue de recursos para traer gente de otros lugares, surge la figura del constructor César, señalado como el patrocinador de esta campaña. La pregunta es inevitable: ¿quién paga todo esto? Porque cuando el dinero fluye más en eventos que en proyectos, lo único seguro es que, al final, las cuentas no cuadrarán para el pueblo. Y si en sus anteriores administraciones las obras brillaron por su ausencia, ¿por qué habría de ser diferente ahora?

Conclusión: ¿campaña o simulacro?

Al final, el señor Prado parece empeñado en demostrar que, para algunos políticos, las elecciones no son cuestión de propuestas, sino de espectáculo. Mientras tanto, Tomatlán sigue a la espera de un candidato que hable menos de multitudes y más de soluciones. Pero en este juego de apariencias, lo único claro es que los votantes merecen algo más que un candidato que necesita importar aplausos para sonar convincente.

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