

Marcos tiene 16 años. Va a clases todos los días, está rodeado de compañeros, tiene internet ilimitado y pasa horas interactuando en redes sociales o jugando en línea. Sin embargo, cada noche se acuesta sintiéndose solo. No por falta de gente, sino por la ausencia de una conexión real. Su historia, aunque ficticia, refleja una realidad muy concreta: la soledad no deseada está afectando cada vez más a los jóvenes de la Generación Z.
En una era de hiperconectividad, paradójicamente, nunca antes tantos adolescentes se habían sentido tan desconectados emocionalmente. La soledad no deseada no es simplemente estar sin compañía, sino no tener un vínculo emocional auténtico con nadie, aun estando físicamente rodeado de personas. Es una desconexión silenciosa que se esconde tras pantallas encendidas y perfiles activos.
Un problema silencioso pero creciente
Los datos son preocupantes. En España, los adolescentes reportan niveles de soledad 14 puntos por encima del promedio nacional, y la situación es especialmente alarmante entre las mujeres jóvenes. En el grupo de entre 18 y 24 años, una de cada cinco enfrenta problemas psicológicos continuos, como ansiedad o depresión, derivados de esta desconexión emocional.
Las consecuencias no son menores: baja autoestima, sensación de invisibilidad, incapacidad de adaptación, pensamientos autodestructivos… Todo esto puede comenzar con una sensación simple pero profunda: “nadie me entiende.”
¿Por qué están tan solos los más conectados?
Las causas son múltiples y complejas:
- Relaciones digitales superficiales, que no sustituyen los lazos reales y profundos.
- Desintegración del tejido familiar y comunitario, que antes ofrecía contención y pertenencia.
- Presión social y cultura del individualismo, que margina a quienes no encajan en moldes predeterminados.
La adolescencia es una etapa crucial para la formación de identidad y sentido de pertenencia. Sin apoyo emocional sólido, muchos jóvenes se sienten invisibles, incomprendidos y solos en un mar de likes vacíos.
¿Cómo combatir la soledad no deseada?
Expertos en salud mental y educación advierten que es momento de actuar. Algunas medidas propuestas incluyen:
- Reforzar tutorías escolares y espacios de escucha activa.
- Fomentar actividades presenciales que generen comunidad.
- Ampliar el acceso a programas de salud mental especializados en jóvenes.
Una llamada de atención generacional
La historia de Marcos podría ser la de miles de jóvenes hoy. La soledad no deseada es una alerta silenciosa, pero urgente. No basta con estar conectados: hace falta sentirse vistos, escuchados y comprendidos. Si no abordamos esta crisis emocional con seriedad, el coste para la salud mental de toda una generación podría ser devastador.
