

De la Redacción
EL BUEN TONO
Región.- Por generaciones, la flor de izote ha sido símbolo de identidad, sabor y herencia cultural para numerosos pueblos de México y Centroamérica. Su nombre deriva del náhuatl izotl, y aunque es comúnmente conocida como flor de palma o cuaresmeña en algunas regiones, su valor va mucho más allá de lo culinario: Representa una conexión viva con la tierra y con la historia.
Una flor con historia y presencia
La flor de izote es producida por plantas del género Yucca, en particular por la Yucca elephantipes, también llamada yuca pata de elefante debido a la forma de su tronco. Esta especie pertenece a la familia de las agaváceas y es originaria de las selvas y bosques de Mesoamérica, donde crece entre los 900 y 2 mil 240 metros sobre el nivel del mar.
El izote puede alcanzar hasta 10 metros de altura. De sus ramas brotan hojas largas y puntiagudas, que se desprenden con el tiempo para dejar colgar su follaje seco. En su época de floración, produce racimos grandes y cónicos que superan los 30 centímetros. Las flores, de color blanco cremoso o verdoso, son carnosas, frágiles y brillantes. Su belleza es tan notable como su valor gastronómico.

Sabores que cruzan regiones
Aunque su consumo es más común durante la temporada de cuaresma, la flor de izote forma parte de la cocina tradicional en diversas regiones del país, con variantes que reflejan la riqueza cultural de cada zona.
En Coahuila y Nuevo León, las flores se recolectan del desierto y se preparan en forma de tortitas con huevo, bañadas en caldillo de jitomate. Este platillo es considerado una delicia típica de la temporada.
En Chiapas, las flores se “baldean”, es decir, se capean con huevo y también se sirven en caldillo de jitomate. Mientras tanto, en el Estado de México, se cuecen y fríen con chorizo para formar tacos llenos de sabor.
Guerrero sorprende con una preparación dulce llamada guayaizote, en la que se combinan flores de izote con guayaba, resultando en un postre tradicional poco conocido pero muy apreciado en comunidades locales.
En Hidalgo, además de las clásicas tortitas en salsa picante, existen recetas como la sopa de flor de izote, las flores con huevo y el dulce de flor de palma, también conocido como guayaizote.
En la Mixteca Poblana, la flor se integra en un guiso con huevos revueltos en salsa de chile guajillo, jitomate, cebolla, ajo y comino, incorporándose al final tras haber sido previamente cocida.
Más allá de la cocina
El izote no solo destaca en la gastronomía. Como parte de la vegetación característica del paisaje mexicano, esta palma representa un elemento natural que forma parte del imaginario colectivo de distintas regiones.
Su nombre en náhuatl, izotl, nos remonta a una herencia lingüística ancestral que aún florece en cada rincón donde la planta brota con fuerza.
Hoy, cuando se celebra el regreso de las lluvias y la preparación de alimentos tradicionales, la flor de izote continúa floreciendo como símbolo de identidad y resistencia cultural, nutriendo tanto el cuerpo como el espíritu de quienes la preservan y la comparten.

