

La Universidad de Harvard enfrenta una de las decisiones más drásticas en su historia reciente: la revocación inmediata de su certificación en el Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio (SEVIS), una medida que afecta directamente a casi 6,800 estudiantes internacionales, casi el 30% de su matrícula total.
La orden fue emitida por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, a través de una carta dirigida al presidente interino de la universidad, Alan Garber. En la misiva, Noem acusó a Harvard de fomentar la violencia, el antisemitismo y colaborar con el Partido Comunista Chino, asegurando que “tuvo muchas oportunidades de hacer lo correcto, pero se negó”.
“Que esto sirva de advertencia a todas las universidades e instituciones académicas del país”, publicó Noem en la red social X.
🔥 Reacción inmediata: Harvard se defiende
Harvard calificó la decisión como “ilegal” y de carácter represivo, señalando que atenta contra su misión académica y el valor que representan sus estudiantes internacionales. En un comunicado enviado a AFP, la universidad afirmó:
“Estamos plenamente comprometidos a mantener la capacidad de Harvard para acoger a nuestros estudiantes y académicos internacionales, que enriquecen a la universidad —y a esta nación— de manera inconmensurable”.
La decisión ocurre en el marco de la ofensiva del Gobierno de Donald Trump contra las universidades que, según su administración, toleran el antisemitismo tras las protestas propalestinas del año pasado. Esta política también ha incluido recortes multimillonarios en fondos federales y ataques a programas de diversidad y admisión inclusiva.
🎓 Estudiantes en alerta
La medida ha generado incertidumbre entre los estudiantes internacionales, quienes no saben qué ocurrirá con sus visas o su estatus académico. “Todo el mundo está entrando en pánico”, dijo Alice Goyer, estudiante estadounidense. “Nadie sabe lo que va a pasar”.
💰 Ataques políticos y presión financiera
Con un patrimonio de 53,200 millones de dólares, Harvard ha sido blanco constante de críticas por parte del expresidente Trump, quien la ha descrito como una “institución de extrema izquierda y antisemita”, un “desastre progresista” y una “amenaza para la democracia”.
Además, el gobierno republicano ya había cancelado más de 2,600 millones de dólares en apoyo federal, incluyendo nuevas ayudas y subvenciones, como parte de un esfuerzo por presionar a las universidades a seguir su línea ideológica.
“Para las universidades es un privilegio, no un derecho, matricular a estudiantes extranjeros y beneficiarse de sus elevados pagos de matrícula”, sentenció Noem.
