

El uranio, uno de los elementos más abundantes en la Tierra —incluso más que el oro—, vuelve a estar en el centro de una tensión internacional. Esta semana, Estados Unidos lanzó ataques a tres instalaciones nucleares iraníes, causando “daños y destrucción extremadamente graves”, según informó el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto.
El uranio no solo es clave para generar energía nuclear en centrales eléctricas, sino también para la fabricación de armas. En su estado natural, este metal apenas contiene 0.72% del isótopo U-235, el más valioso, por lo que debe ser enriquecido para convertirse en un recurso útil tanto para el desarrollo energético como para fines militares.
¿Puede el uranio enfermar a los humanos?
Sí. Aunque no se trata de un elemento altamente peligroso al tacto, inhalar partículas de uranio puede generar serios problemas de salud. Estudios han demostrado que la exposición prolongada puede causar cáncer de pulmón, así como daños en órganos internos como el hígado y los riñones.
El lado oculto de la energía nuclear
El uranio enriquecido —con cerca del 3.67% de U-235— es el que se utiliza en reactores nucleares y en submarinos de guerra. Sin embargo, cuando su concentración supera el 90%, se convierte en un material apto para la creación de armas nucleares, lo que lo convierte en un recurso estratégicamente sensible.
En el reciente conflicto entre Estados Unidos e Irán, el objetivo fueron precisamente instalaciones relacionadas con el procesamiento de este elemento. Aunque aún no se revelan detalles específicos sobre el tipo de enriquecimiento presente en dichas plantas, el ataque ha encendido las alertas sobre una posible escalada nuclear.
De la Tierra al conflicto internacional
El uranio se extrae principalmente en países como Kazajistán, Canadá, Australia, Níger y Namibia. Pese a su abundancia, su procesamiento representa riesgos ambientales y sanitarios, pues puede liberar partículas contaminantes al aire, al agua y al suelo.
Descubierto en 1789 por el químico alemán Martin Klaproth, este metal gris plateado o blancuzco ha evolucionado de ser una curiosidad científica a un recurso estratégico con un impacto global.
