


A pesar de los recientes intentos diplomáticos por suavizar las relaciones bilaterales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, encendió nuevamente la mecha de su política proteccionista al anunciar un arancel del 35% a las exportaciones canadienses, medida que entrará en vigor el 1 de agosto de 2025.
En una carta dirigida al primer ministro canadiense, Mark Carney, Trump acusó a Canadá de adoptar represalias en lugar de colaborar con Washington:
“En lugar de colaborar con Estados Unidos, Canadá tomó represalias con sus propios gravámenes”, escribió el mandatario en la misiva publicada en su red Truth Social.
La imposición del nuevo arancel forma parte de una renovada ofensiva comercial iniciada por Trump esta misma semana, que ya suma más de 20 notificaciones arancelarias a diferentes socios económicos de Estados Unidos. Esta decisión, además, llega en un momento delicado, en medio de negociaciones para revisar el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que ahora se tambalea frente a la presión unilateral de Washington.
El T-MEC, en la cuerda floja
El acuerdo comercial trilateral, que reemplazó al NAFTA en 2020, había sido impulsado inicialmente por el propio Trump durante su primer mandato. Su revisión estaba prevista para julio de 2026, sin embargo, el presidente estadounidense decidió acelerar la agenda y endurecer condiciones tras su regreso a la Casa Blanca en enero.
Canadá y México, que inicialmente recibieron un impacto del 25% en aranceles generales –con ciertas excepciones energéticas para Canadá–, ahora exploran fórmulas para evitar el colapso del pacto comercial. Entre los puntos más críticos para Trump figuran la migración irregular y el combate al tráfico de drogas ilegales, como el fentanilo, temas que han sido vinculados por el mandatario a sus políticas económicas.
Tensiones pese al tono diplomático
El anuncio sorprende dado que Trump y Carney habían mostrado una mejoría en sus relaciones. El primer ministro canadiense visitó la Casa Blanca en mayo y sostuvo una reunión “cordial” con Trump, repitiendo el encuentro en la cumbre del G7 en junio, celebrada en territorio canadiense.
Sin embargo, el tono conciliador no impidió que el presidente estadounidense avanzara con su política de presión económica, poniendo en jaque las conversaciones para renovar el T-MEC antes del plazo clave del 21 de julio.
El impacto económico de la nueva medida aún está por calcularse, pero podría afectar a múltiples sectores productivos canadienses, desde la agricultura hasta la industria manufacturera. Analistas advierten que esta jugada puede generar un efecto dominó en las cadenas de suministro norteamericanas y abrir un nuevo capítulo de incertidumbre económica entre los tres socios.

