VINO SIN UVAS
La semana pasada un escándalo más sacudió al periódico español El País debido a la publicación de una supuesta fotografía del presidente venezolano Hugo Chávez entubado y en una cama de hospital bajo la arenga de que era “un primicia mundial” tras el hermetismo que se le ha dado a la convalecencia médica del venezolano. Sin embargo, la imagen resultó ser falsa pero la pifia del rotativo fue más que real, enorme, un ridículo internacional que también desnudó la situación actual del rotativo pues no se trata de un simple error, como suele haberlos en todas las redacciones de medios informativos, sino la consecuencia de un deterioro de la rigurosidad y del profesionalismo en el quehacer periodístico.
Lo sucedido en El País es un espejo de lo que acontece en los medios informativos no sólo los europeos sino de muchas partes del mundo, incluyendo a México y a Veracruz. El rotativo español dejó a un lado el periodismo y se dedicó a los negocios y a la militancia política. De ser un diario influyente y con resonancia mundial devino en un vocero de la ultraderecha y empresariado, sumándose a los esquemas que atacan movimientos de izquierda y progresistas, sobre todo en América Latina bajo la dirección del Grupo Prisa, ese mismo que es socio de Televisa, copropietario de la estación radiofónica XEW..
Llegó a su punto de perder cualquier resquicio de objetividad y rigurosidad con tal de defender los intereses de los grupos de poder. Eso quedó demostrado a confesión de parte de los mismos directivos que admitieron que no pudieron confirmar la veracidad de la fotografía y aún así la publicaron. A lo anterior se suma la crisis de su equipo editorial pues el Grupo Prisa decidió el despido de más de 250 periodistas en un afán de “bajar costos y se deshizo de las piezas fundamentales para un medio informativo, quedándose con novatos en el mejor de los casos, y oficinistas, personas ajenas al oficio. La pifia de la fotografía falsa es consecuencia de dejar la conducción del rotativo en manos de improvisados y advenedizos.
En los últimos años, esa práctica se ha repetido en muchas partes del mundo. La decisión de bajar costos y “molestias”, pues un buen periodista siempre ocasionará conflictos con el poder, los propietarios de los medios informativos prefieren carecer de comunicadores y contratar, con bajísimos salarios en algunos casos, a personas que saben de todo menos de periodismo. Muchos han llegado a habilitar a taxistas, tablajeros, taqueros, chicharroneros y marchantas –con todo respeto para los que en realidad se dedican a esos oficios y con ellos se ganan decentemente la vida- para hacerlos pasar como periodistas. La experiencia enseña que esta práctica no sólo rebaja la calidad en la redacción sino que a largo plazo, hace que la credibilidad se tambalee.
Y aún más, a estas personas se les otorga una especie de licencia para lucrar con la profesión –entiéndase, robar con grabadora, micrófono o cámara en mano-, reduciendo a la ignominia el prestigio del medio informativo. Es una realidad y se cumple lo dicho por el desaparecido periodista porteño Fausto Fernández Ponte quien alertaba irónicamente que en estos tiempos “se hace vino sin uvas y periódicos sin periodistas”. Nada más real y nada más dañino. La falta de reporteros reales hace que hoy en día que muchas empresas informativas no sólo sean refugios de maleantes sino que acaben uniformando sus noticias al tener que depender de las agencias y peor aún, al convertir a los boletines oficiales – por supuesto, en aras de priorizar los convenios publicitarios- en las fuentes principales.
Nada más hay que hacer un rápido examen de los noticieros de radio y televisión en Veracruz- para comprobar que en realidad lo que presentan son boletines y publicidad oficial disfrazada de noticia. También basta ir a un estanquillo de periódicos y checar las portadas de los diarios y corroborar que en un 90 por cierto las notas principales son comunicados del gobernador, de los alcaldes o de los políticos con los que tienen firmados sendos convenios publicitarios. Y se llega al extremo de que hay días en que casi todos los periódicos llevan titulares idénticos pues no se atreven a cambiar ni una coma al boletín.
Se acabaron los tiempos en los que por lo menos se acostumbraba a “darle la vuelta” al comunicado oficial cuando llegaba a la sala de redacción buscando un enfoque diferente y aderezándole con un contexto. Hoy –sobre todo en Veracruz- la noticia principal es el boletín tal y como llega de las vocerías gubernamentales o partidistas. Incluso con errores ortográficos y de sintaxis –pues hay jefes de prensa a los que poco les falta para rebuznar, y se sospecha que no lo hacen para evitar que los burros hagan una protesta pública por usurpación de funciones-.
De tal suerte que la crisis no es menor y lo que aconteció en El País, sucede todos los días en el país y en la aldea, aunque no alcance ese nivel de escándalo. Es el precio que se paga por degradar al periodismo y convertir a los medios informativos en meros negocios y voceros de los poderosos sin atender el compromiso que tienen con la sociedad. Y por supuesto, los más afectados son los ciudadanos en general porque no se les informa con veracidad y el producto final que les hacen llegar es publicidad disfrazada de noticia o mentiras maquilladas para hacerlas pasar por realidad.
El envilecimiento del periodismo en aras de servirle a los gobernantes en turno o a los negocios personales también ya maculó a las universidades que ofertan la Licenciatura de Comunicación, pues éstas han optado por eliminar materias que tienen que ver con el periodismo. El ejemplo más dramático está en la Facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV), Alma Mater de muchas generaciones de periodistas y que en los últimos años sus directivos han hecho todo lo posible por desaparecer las clases que son básicas para la formación de periodistas. Han tratado de extinguir Redacción, Lectura, Historia, Fotoperiodismo y se sabe que hasta la Ética les incomoda.
Adicionalmente, los maestros que tienen en su haber no sólo los conocimientos académicos sino la experiencia en el quehacer, por haber sido reporteros, redactores o directores de medios –muchos de los cuales siguen ejerciendo el periodismo como articulistas- son marginados y acosados, alejados del aula como si fueran a contaminar a los alumnos. Hoy los que están al frente de las clases son personas que en su vida han escrito ni siquiera una carta a los Reyes Magos, así de simple. Lo que confirma que hay toda una cruzada para sepultar al periodismo y “esterilizar” a las generaciones que egresarán para evitar que se dediquen a este oficio. Vaya desfachatez. Y claro, el perjuicio es para toda la sociedad porque será dependiente de una prensa mentirosa y oficiosa.
EL ENGAÑABOBOS
Poco a poco se comienza a desgranar el fraude que significa la Universidad Popular Autónoma de Veracruz (UPAV) que no es otra cosa que un negocio personal del eterno burócrata Guillermo Zúñiga Martínez, quien después de ocupar cargos partidistas, de gobierno y de representación popular, desde el sexenio pasado le echó el ojo a la educación y ha hecho una fortuna ofreciendo –y cobrando a los alumnos o recibiendo presupuesto público, primero con el Instituto Veracruzano de Educación Superior (IVES) que después derivó en la UPAV.
La semana pasada cientos de estudiantes de un plantel ubicado en la colonia Río Medio en el puerto de Veracruz, bloquearon calles en protesta por el cierre de la unidad que dejó colgados a 500 de ellos. Ya con anterioridad han aparecido irregularidades porque las carreras que ofrecen no tienen validez oficial y los egresados no pueden trabajar, en Orizaba, Río Blanco, Córdoba, Xalapa y otros municipios. Incluso en Puebla y Tabasco los gobiernos de esos estados ordenaron el cierre de planteles de la UPAV por descubrir el engaño a los jóvenes.
Ante la andana de protestas y movilizaciones, Zúñiga Martínez cínicamente se dedica a negar los hechos y a descalificar, con insultos, a quienes han dado la voz de alerta sobre el fraude. Esto es una bola de nieve que va creciendo mientras rueda cuesta abajo y podría envestir al Gobierno estatal que permite al engañabobos Zúñiga Martínez, continuar con la estafa a miles de jovencitos que lo único que quieren es estudiar para tener mejores oportunidades en la vida. El costo por defraudar a los estudiantes será alto para quienes lo permitieron. Los defraudados ya son miles y cada día se acumulan más.