


La cumbre entre Vladimir Putin y Donald Trump en Alaska concluyó sin un acuerdo formal para poner fin a la guerra en Ucrania, pero dejó una sensación de optimismo en Moscú. Entre los ciudadanos rusos, la reunión se percibe como un gesto de entendimiento y respeto mutuo que podría abrir nuevas oportunidades diplomáticas.
Vitali Romanov, empleado del Museo de Historia de Moscú, comentó a AFP que el encuentro generó “la esperanza de que las cosas mejoren, para Rusia, para el pueblo y para las personas que luchan” en el frente. Irina, enfermera de 55 años, señaló que la reunión será “buena” para Rusia, destacando la influencia positiva que Trump podría tener en la resolución del conflicto.
Trump, quien llegó a Alaska con advertencias sobre “consecuencias muy graves” para Rusia si no cesaba la guerra, salió del encuentro sin imponer medidas inmediatas y resaltó la importancia de buscar un acuerdo de paz. Para los rusos, la cumbre representa un reconocimiento de la grandeza y prestigio de su país. Liudmila, jubilada de 73 años, afirmó que Trump “no es tonto y entiende que nuestro país tiene grandeza, prestigio y mucha gente buena”.
Especialistas y ciudadanos coinciden en que la confrontación prolongada “cuesta demasiado” y que la comunicación directa entre ambos líderes puede ser un paso clave hacia la estabilidad. Aunque no se anunció un alto al fuego inmediato, la cumbre reforzó la percepción de Trump de que Rusia no puede ser vencida y que una solución diplomática es preferible a la guerra.
La invitación de Putin a Trump para visitar Moscú, sumada al interés de los rusos por seguir de cerca cada detalle de la cumbre, subraya el impacto positivo que el encuentro podría tener en la relación entre Washington y Moscú, y en el futuro de las negociaciones de paz.


