


Alejandro Aguilar
El Buen Tono
Córdoba.- Córdoba se encuentra en el séptimo lugar nacional con mayor inflación anual, registrando un 4.30%, según datos del Índice Nacional de Precios al Consumidor del INEGI. Esta cifra coloca al municipio en una posición crítica, evidenciando una severa pérdida del poder adquisitivo de sus habitantes, que contrasta fuertemente con la imagen que el gobierno municipal pretende proyectar.
Mientras las autoridades presumen la denominación de Pueblo Mágico como un imán para el turismo y el desarrollo, la realidad para los cordobeses es otra muy distinta.
El encarecimiento de la canasta básica, los servicios y los productos de primera necesidad avanza a un ritmo feroz, demostrando que el nombramiento ha sido, hasta ahora, poco más que una etiqueta vacía que no se traduce en mejoras tangibles para la economía familiar.
La promesa de derrama económica y bienestar se esfuma frente a una inflación que golpea día a día el bolsillo de la población.
Al comparar con el contexto nacional, la situación de Córdoba resulta aún más alarmante. Ciudades como Hermosillo o Mexicali han mostrado cierta estabilidad económica, mientras aquí los precios siguen en ascenso. Esto sugiere que los problemas inflacionarios son locales y estructurales, agravados por la falta de políticas efectivas que permitan contenerlos.
La crítica situación obliga a cuestionar el modelo de desarrollo: ser Pueblo Mágico no paga las cuentas ni llena la despensa. Mientras las fachadas se pintan y se instalan adornos para los visitantes, las familias cordobesas enfrentan la cruda realidad de una economía sobrecalentada que el título turístico no ha sido capaz de enfriar.
La brecha entre la narrativa oficial y la experiencia cotidiana de la gente nunca había sido tan amplia y dolorosa.

