


De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba.- Lejos de ser un canal genuino de participación ciudadana, el Comité Ciudadano de Pueblo Mágico de Córdoba se ha erigido como una estructura opaca que opera al servicio de intereses particulares, alejada por completo de las necesidades y la representatividad de la sociedad a la que dice servir.
El nombramiento de Córdoba como Pueblo Mágico prometía ser un parteaguas para su desarrollo turístico y comunitario. Sin embargo, la integración del Comité Ciudadano destinado a vigilar y promover este programa ha revelado una composición que dista mucho de ser representativa de la sociedad cordobesa y que, lejos de impulsar beneficios colectivos, parece responder a intereses particulares y a una lógica de arribismo político. Este organismo, lejos de ser un canal de participación ciudadana, se ha convertido en un espacio donde predominan figuras con claros vínculos empresariales y políticos, lo que ha generado desconfianza y escepticismo entre la población.
La conformación del comité es sintomática de esta desconexión. Entre sus vocales titulares se encuentra Carlos Lara Álvarez, empresario papelero con claros intereses en el sector; Gustavo Amieva Balmori, caficultor de quinta generación con operaciones en la Finca La Capilla; y Juan Carlos Castro Pérez, militante panista con trayectoria en la búsqueda de cargos públicos. Pero quizá el caso más emblemático sea el de Roxana Arredondo Tapia, vocal del comité y actual encargada del Mercado de Artesanías y Enología de Veracruz (MAEV) en Orizaba, espacio que se encuentra en el abandono y sin un proyecto serio de revitalización.
Arredondo Tapia fue integrada al comité por acomodo político, no por méritos. Su trayectoria está vinculada a administraciones anteriores fracasadas y proyectos turísticos fallidos.
A pesar de la fanfarria inicial, el comité es visto como una simulación por la ciudadanía y ha incumplido en resolver problemas clave como la inseguridad y el comercio informal, los cuales se han agravado.

