


ALEJANDRO AGUILAR
EL BUEN TONO
Córdoba.- Las intensas precipitaciones de este domingo no solo anegaron calles, sino que pusieron al descubierto, de manera clamorosa, las profundas negligencias en infraestructura y gestión pública, sumiendo a la ciudad en una crisis multidimensional que se extiende más allá de sus límites.
El caos se descargó con furia sobre puntos neurálgicos de la ciudad. En la zona de Los Mangos, un deslave del cerro no solo cortó la circulación, sino que dañó la carretera hacia Porvenir, dejando aislada a una parte de la población. Mientras, en la colonia Gardenias, las aguas convirtieron el acceso al puente de Río Seco en una trampa líquida, paralizando el flujo hacia colonias como Los Mangos y Agustín Millán.
La tragedia se personificó en el Panteón, donde un taxi con pasajeros en su interior quedó atrapado por la inundación, una imagen que resume el peligro inminente para la vida. La Colonia Dos Puentes vio cómo su puente de El Rastro desaparecía bajo el agua, cortando su conexión con el Centro, mientras que en la privada de la colonia Venustiano Carranza, un nuevo deslave de tierra generó pánico y una desesperada súplica por la ayuda de Protección Civil.
El desbordamiento del cauce de aguas negras en la Alameda del Infonavit Santa Margarita no fue sino el recordatorio final de un sistema de drenaje y contención que opera al borde del colapso permanente.
El símbolo más grave de esta decadencia infraestructural se vivió dentro de las instalaciones del Hospital General Córdoba Yanga, en la zona industrial. Por enésima vez, la sala de urgencias y otras áreas críticas se anegaron, obligando a la intervención de los cuerpos de bomberos.
De manera paralela, el Boulevard Tratados de Córdoba, una vía principal, repitió el guion de acumular agua de manera considerable, demostrando que las obras de drenaje son insuficientes o están mal planeadas.
Frente a este desastre recurrente, la respuesta del alcalde ha sido, según señalan reportes, deslindarse de cualquier responsabilidad. Esta postura no solo genera indignación, sino que evidencia un vacío de liderazgo y una alarmante desconexión con la emergencia que viven los ciudadanos, quienes se quedan sin respuestas mientras sus calles, hogares y hasta su hospital principal se inundan. Este escenario de caos se vio agravado por el colapso total de la autopista Rancho Trejo – Córdoba, que quedó bloqueada y saturada por completo, estrangulando una de las arterias vitales para la movilidad.
El impacto de la tormenta no reconoció límites municipales, extendiendo su furia por la región y dejando a comunidades enteras incomunicadas. La carretera que une a Peñuela con Amatlán, específicamente en la calle de la Universidad Veracruzana de Agronomía, se transformó en un río impasable, dejando varados a vehículos y cortando un corredor esencial para el transporte y la economía local.
Las autoridades viales reportaron condiciones de alto riesgo en el tramo entre los kilómetros 294 y 295 de la vía Córdoba-Amatlán, recomendando a la población evitar por completo la zona. Asimismo, la desviación hacia Potrero, que se toma al dar la vuelta por la calle Cuauhtémoc, quedó completamente intransitable, bloqueando una ruta alterna crucial y aumentando el aislamiento de las comunidades aledañas.
Pero la inestabilidad no fue solo a nivel del suelo. En las alturas de la sierra, el tramo carretero entre Coscomatepec y Huatusco comenzó a ceder, registrando un peligroso deslave del cerro.
Finalmente, un autobús de pasajeros cayó en un amplio socavón que se abrió sobre la carretera de la Desviación a Potrero, como consecuencia directa de las fuertes lluvias que azotaron la zona.
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