


De la redacción
El Buen Tono
París, Fr.- Mientras la mayoría de las ratas se esconden en las sombras de la ciudad, ‘Plume’ disfruta de un inusual paseo diario sobre el hombro de Gregory Moreau, teniente de alcalde de un distrito parisino. Este político busca cambiar la percepción de los residentes sobre los roedores y reconciliarlos con la fauna urbana más polémica de la capital francesa.
“¿Alguna vez vio una rata?”, pregunta Moreau a una mujer en el bullicioso mercado de Belleville, antes de mostrar orgulloso a Plume en su hombro. Con sus ojos negros como botones y sus largos bigotes vibrando al compás del ambiente, el pequeño roedor despierta la curiosidad y más de una sonrisa entre los transeúntes.
Moreau recuerda que la mala fama de las ratas se remonta a siglos atrás, cuando contribuyeron a propagar la peste en el siglo XIV. Sin embargo, asegura que hoy en día su papel en la transmisión de enfermedades es mínimo, con la leptospirosis como una de las pocas excepciones, y que cumplen una función ecológica clave: consumen cerca de 100 toneladas de residuos diarios, evitando atascos en el sistema de alcantarillado.
El político distribuye folletos con imágenes de ratas adorables frente a monumentos icónicos, como la Torre Eiffel, e invita a los ciudadanos a ver en estos animales una utilidad más allá del miedo. Aunque reconoce la necesidad de controlar la población de roedores en parques y áreas públicas, propone métodos más humanos, evitando el veneno que considera cruel e ineficaz, y fomentando prácticas de higiene urbana para reducir la proliferación de alimentos desechados en las calles.
Plume, mientras tanto, continúa su paseo diario, convirtiéndose en símbolo de una París que intenta ver más allá del mito y redescubrir a sus residentes más pequeños, inteligentes y sorprendentes.

