


De la redacción
El Buen Tono
Un hallazgo astronómico ha encendido las alarmas —y la imaginación— de la comunidad científica internacional. Se trata del cometa 3I/ATLAS, un objeto interestelar descubierto por la NASA el pasado 1 de julio, cuyo tamaño y comportamiento han generado teorías que parecen sacadas de una película de ciencia ficción, pero con bases científicas sólidas.
El cuerpo celeste, apodado ya como el “gigante interestelar”, tendría un núcleo de al menos 5 kilómetros de diámetro, compuesto por dióxido de carbono sólido, y una masa estimada superior a 33 mil millones de toneladas. Estas dimensiones superan ampliamente a las de otros visitantes similares como ‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019).
El reconocido astrofísico de Harvard, Avi Loeb, ha planteado una hipótesis que ha despertado intensos debates: el cometa podría ser en realidad una nave extraterrestre equipada con inteligencia activa.
“Estamos hablando de un objeto entre tres y cinco órdenes de magnitud más masivo que cualquier otro visitante interestelar conocido”, señaló Loeb, subrayando además que la trayectoria de 3I/ATLAS no encaja del todo con las leyes físicas que rigen a los cometas comunes.
El objeto se mueve en sentido retrógrado, contrario al de los planetas, y pasará relativamente cerca de Júpiter, Venus y Marte, con un acercamiento especial a la órbita marciana, a solo 2.68 millones de kilómetros del Sol.
Aunque no representa una amenaza directa para la Tierra, Loeb y su equipo sugieren que su desplazamiento podría estar vinculado con un propósito específico: la recolección de datos orbitales y de masas planetarias, algo que tendría lógica si se tratara de un mecanismo de reconocimiento tecnológico.
Por ahora, el misterio continúa abierto y los próximos meses serán clave para confirmar si 3I/ATLAS es un simple cometa de características extraordinarias o si, como algunos sospechan, podría tratarse de un observador cósmico de origen desconocido.

