


AGENCIA
Internacional.- Una red global de petroleros antiguos conocida como la “flota fantasma” se ha convertido en una de las herramientas más efectivas de Rusia para eludir las sanciones occidentales y sostener su economía de guerra. A través de operaciones encubiertas en alta mar, Moscú ha logrado sortear el límite de precios impuesto al petróleo por el G7 en diciembre de 2022, tras la invasión a Ucrania.
Estos buques, que con frecuencia cambian de nombre y bandera, apagan sus sistemas de identificación automática (AIS) y transfieren crudo de un barco a otro en zonas costeras, forman parte de una compleja red diseñada para ocultar el origen del petróleo ruso. Aunque la compra de hidrocarburos rusos está prohibida en la Unión Europea, países como India y China continúan adquiriéndolos, al igual que otros mercados menos visibles.
Hasta mil 600 petroleros operando en la sombra
De acuerdo con estimaciones recientes, más de 900 embarcaciones conforman actualmente esta red ilegal, aunque se cree que la cifra real oscila entre mul 200 y mil 600. Muchas de ellas provienen de empresas griegas y han sido revendidas a terceros países a través de compañías fantasma. La UE ha sancionado cientos de buques, pero mientras estos no atraquen en puertos europeos, sus operaciones continúan sin consecuencias.
Macron impulsa una coalición internacional contra la red
La presión internacional va en aumento. Esta semana, la Armada francesa interceptó el petrolero “Pushpa” -también conocido como “Boracay” y antes “Kiwala”- frente a Saint-Nazaire. La embarcación, de 244 metros, había cambiado de bandera 13 veces en tres años. El presidente Emmanuel Macron calificó el hecho como una “grave falta de conducta” y propuso una “coalición de voluntarios” para enfrentar la flota, que genera decenas de miles de millones de euros y financia cerca del 40% del esfuerzo bélico ruso.
“Si logramos detener a estos buques durante varios días o semanas, destruiremos su modelo de negocio”, afirmó Macron, al señalar que este paso sería clave para presionar al Kremlin y obligarlo a negociar.
Riesgos y sabotajes bajo el radar
Además de evadir sanciones, las embarcaciones han sido acusadas de realizar maniobras peligrosas, navegar con sistemas desactivados y hasta sabotear infraestructuras submarinas. En el caso del petrolero “Eagle S”, su tripulación fue señalada de dañar cables eléctricos y de datos en el Golfo de Finlandia. Sin embargo, un tribunal en Helsinki desestimó el caso por falta de jurisdicción y pruebas.
El Derecho Marítimo internacional dificulta las acciones legales: el principio de “paso inocente” limita la capacidad de los Estados para inspeccionar embarcaciones fuera de circunstancias excepcionales. Incluso el estrecho danés, ruta clave de estos buques, está protegido por un tratado de 1857 que garantiza el libre tránsito.
Presión económica y sanciones en disputa
La UE y el G7 han respondido con sanciones a propietarios, aseguradoras y proveedores de servicios, además de prohibiciones portuarias. Sin embargo, mientras los compradores asiáticos mantengan la demanda y el precio del mercado supere el límite fijado, la flota seguirá siendo rentable. Bruselas debate actualmente la aplicación de sanciones secundarias a refinerías y comerciantes, como propone Estados Unidos.
Respuesta militar y tecnológica
En el frente de seguridad, la OTAN lanzó la misión Baltic Sentry en enero para reforzar su presencia en el mar Báltico y proteger infraestructuras submarinas. La Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA) también monitorea por satélite las actividades sospechosas y alerta a los Estados miembros.
A pesar de estas medidas, la flota fantasma rusa continúa operando con eficacia, desafiando el sistema internacional de sanciones y demostrando las limitaciones legales y económicas de Occidente para cortar una de las principales fuentes de financiamiento de la guerra en Ucrania.

