Ada Rosas
El Buen Tono
Región.- El Día de Muertos es una de las tradiciones más importantes de México, y los altares u ofrendas constituyen el corazón de la celebración, manifestó un especialista en cultura popular.
Cada elemento que se coloca en los altares tiene un significado especial, con el propósito de honrar y guiar a las almas que regresan al mundo de los vivos.
Desde los últimos días de octubre comienzan a llegar distintos tipos de ánimas, el 27 les corresponde el turno a las mascotas, el 28 a las personas que murieron en accidentes, el 29 a los ahogados, el 30 es el turno de las almas del purgatorio, mientras que el 31 se reciben a los “angelitos”, los niños fallecidos.
El 1 de noviembre es para recordar a las personas adultas y el 2 es el Día de Todos los Santos, que marca el cierre de la festividad y se comparten los alimentos.
Significados
El papel picado representa el viento y la fragilidad de la vida, mientras que el agua simboliza la pureza y calma la sed de las almas tras su largo viaje.
Las velas y veladoras guían la luz para que los difuntos encuentren el camino a casa, y la flor de cempasúchil, con su color y aroma, marca su ruta hacia el altar.
Cada pétalo encendido parece iluminar el regreso de quienes vienen del más allá en estas fechas marcadas por la tradición.
Otros elementos esenciales son el copal y el incienso, que purifican el ambiente y alejan a los malos espíritus. La sal limpia el espíritu y el cuerpo del difunto, mientras que las calaveritas, ya sean de azúcar, chocolate o amaranto, representan la muerte de forma simbólica, como parte natural de la vida.
En cada ofrenda también se colocan figuras o recuerdos especiales según el tipo de alma que se espera: juguetes para los niños, croquetas o golosinas para las mascotas, e incluso objetos personales para los adultos.
El pan de muerto es uno de los símbolos más reconocidos, pues refleja el afecto y la fraternidad hacia quienes ya partieron.
La comida, la bebida y los objetos personales se colocan para que las almas disfruten lo que amaban en vida, reforzando ese vínculo que, aunque invisible, se mantiene presente año con año.
Los días previos al 2 de noviembre se convierten en una especie de bienvenida escalonada para los difuntos.


