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Víctor Vargas y Rosales, cínicos; desvían recursos

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De la Redacción
El Buen Tono

Fortín. – El exdiputado Víctor Vargas Barrientos y el alcalde Gerardo Rosales Victoria encabezan hoy una alianza basada en la conveniencia política y el uso indebido de recursos públicos. Ambos representan el rostro más desgastado del poder: el que se ejerce no para servir, sino para sostener estructuras personales.
Vargas Barrientos, cuyo único vínculo con Fortín es la dirección de la casa de sus padres —misma que usó para poder participar en la contienda interna de Morena—, intenta presentarse como figura local cuando su presencia en el municipio ha sido meramente electoral. Su carrera política se ha sostenido del amparo de Zenyazen Escobar, con quien comparte intereses y métodos: compadrazgo, simulación y uso de recursos públicos con fines políticos.

OPORTUNISTA
Al ser derrotado en la encuesta interna, Vargas quedó fuera del mapa político. Desde entonces, busca desesperadamente recuperar visibilidad mediante acciones improvisadas que sólo exhiben su oportunismo.
Su reciente “jornada de limpieza” en el panteón municipal, convocada el jueves 30 de octubre, fue una puesta en escena. El exdiputado convocó a los mismos operadores ligados a Zenyazen Escobar para tomarse la fotografía y simular trabajo comunitario.
Lo más cuestionable es la participación del alcalde Gerardo Rosales Victoria, quien en un afán por quedar bien con este grupo político luego de la derrota de su candidato y el desprecio social que pesa sobre él, se adelantó a la jornada y permitió el uso de recursos del Ayuntamiento. Trabajadores municipales fueron instruidos para limpiar este espacio evidenciando una operación de grupo más que una acción institucional.
Rosales Victoria, lejos de actuar como autoridad, se ha convertido en facilitador de una estructura que responde a intereses ajenos a Fortín. Su administración, marcada por la falta de resultados, sirve como plataforma de promoción política para aliados que sólo buscan mantenerse vigentes.
Mientras ambos se reparten reflectores, el municipio enfrenta carencias reales: inseguridad, servicios deficientes y desconfianza ciudadana. Ni Vargas ni Rosales han ofrecido soluciones; su prioridad es conservar influencia, aunque eso implique utilizar recursos públicos y manipular la percepción social con actos de simulación.
En Fortín, la política se ha reducido a la fotografía y al discurso vacío.

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