De la redacción
El Buen Tono
Aunque muchos lo consideran una tendencia moderna, el deseo de cambiar el color de los ojos tiene raíces milenarias. El médico griego Galeno de Pérgamo ya practicaba, hace casi dos mil años, un procedimiento que buscaba alterar el tono del iris mediante pigmentos aplicados directamente sobre la córnea. Aquella técnica, con múltiples variaciones, es el antecedente de la llamada keratopigmentación o tatuaje de iris, aún vigente en la actualidad.
En años recientes, especialmente en Estados Unidos, ha resurgido el interés por modificar el color ocular con fines estéticos. Desde hace tres o cuatro años se popularizó una cirugía con láser que elimina parte de la melanina del iris, transformando el color natural hacia un azul más claro. A pesar de que algunos estudios la consideran el método más seguro, no cuenta con la aprobación de la FDA ni de ningún organismo regulador internacional para uso cosmético.
Entre la ciencia y el riesgo
El procedimiento láser —también conocido como iridoplastia— ha sido objeto de investigaciones que apuntan a una alta eficacia y satisfacción de los pacientes. Sin embargo, especialistas advierten que liberar pigmentos del iris puede obstruir los conductos de drenaje ocular y provocar glaucoma, cataratas o incluso ceguera.
Otras alternativas como los tatuajes corneales o las gotas para “aclarar” los ojos también implican riesgos. Las gotas, que se venden en internet desde 2011, aseguran inhibir la producción de melanina, aunque no existe evidencia científica que respalde su eficacia. Además, al carecer de regulación sanitaria, pueden contaminarse y causar infecciones graves.
Implantes que dejaron a pacientes ciegos
Los implantes de iris artificial, fabricados con silicona, se ofrecieron como una solución estética en los años 2000. Sin embargo, tras reportes de complicaciones severas —infecciones, pérdida de visión y daños irreversibles—, su uso fue suspendido. La oftalmóloga Nicole Bajic, de la Clínica Cleveland, asegura no conocer “ningún caso exitoso” de este tipo de cirugías cosméticas.
Una advertencia médica
A pesar de los avances tecnológicos, los expertos coinciden en que cambiar el color de los ojos sigue siendo un riesgo innecesario. “Ninguna cirugía está exenta de riesgos. En el caso de las puramente estéticas, no vale la pena comprometer una buena visión”, advirtió JoAnn A. Giaconi, portavoz de la Academia Estadounidense de Oftalmología.
En resumen, aunque la ciencia ha logrado perfeccionar procedimientos que antes parecían impensables, los especialistas recomiendan mantener la cautela: la belleza no debería costar la vista.


