AGENCIA
Nacional.- El nuevo plan de pacificación anunciado por la presidenta Claudia Sheinbaum para Michoacán, tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, ha sido recibido con escepticismo por organizaciones ciudadanas y productores agrícolas, que advierten que la estrategia “llega tarde y repite errores del pasado”.
De acuerdo con agrupaciones locales, el proyecto reproduce los mismos patrones que llevaron al fracaso los programas de los gobiernos de Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, al no incluir a la sociedad civil organizada ni atender las particularidades sociales, económicas y de seguridad de la región de Tierra Caliente, una de las más golpeadas por la violencia del narcotráfico.
Críticas al nuevo plan de pacificación
El Observatorio Ciudadano de Seguridad Humana del Valle de Apatzingán señaló que el modelo propuesto por Sheinbaum, basado en mesas de paz y seguridad quincenales, vuelve a dejar fuera a las comunidades y organizaciones civiles del diseño y evaluación de las estrategias.
“Se repite el error de excluir a la ciudadanía de los espacios donde se definen las políticas de seguridad”, indicó el organismo.
La Fundación Ciudadana para el Desarrollo Integral de Michoacán (Fucidim), que agrupa a más de un centenar de asociaciones del estado, coincidió en que el plan “suena bien, pero llega tarde”. Los representantes de la fundación expresaron su preocupación por la ausencia de mecanismos que garanticen la participación social y la rendición de cuentas.
Riesgos de exclusión para productores locales
Uno de los puntos más cuestionados del programa es la propuesta de apoyo a jornaleros agrícolas, que según los grupos consultados, deja fuera a los productores de limón, uno de los sectores más vulnerables ante la extorsión del crimen organizado.
Los citricultores de Tierra Caliente, dedicados principalmente al mercado nacional, aseguran que la medida los deja nuevamente desprotegidos.
“Los jornaleros del limón están quedando completamente fuera del planteamiento, a pesar de ser los más expuestos a la violencia y a la extorsión”, advirtieron representantes de Fucidim.
Un patrón que se repite
Los tres intentos previos de pacificación en Michoacán, desde 2006 hasta la fecha, han compartido dos factores comunes: La falta de transparencia en los resultados y la ausencia de inclusión comunitaria. Para los grupos civiles, el nuevo plan del actual gobierno federal parece dirigirse por el mismo camino.
Sin una estrategia integral que escuche a las comunidades, reconozca las dinámicas regionales y combata la corrupción institucional, advierten los observadores locales, cualquier esfuerzo de pacificación en Michoacán corre el riesgo de convertirse, una vez más, en un mecanismo de simulación.


