Ada Rosas
EL BUEN TONO
Internacional.- Diversas investigaciones han confirmado una relación directa entre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y la obesidad. Según la National Library of Medicine, las personas con TDAH tienen hasta un 55 por ciento (%) más de riesgo de desarrollar obesidad a lo largo de su vida. Este vínculo no se debe únicamente a los hábitos alimenticios, sino a una combinación de factores genéticos, cerebrales y prenatales que influyen tanto en el control del impulso como en la regulación del apetito.
Especialistas explican que la impulsividad y la desorganización, características del TDAH, pueden alterar los hábitos alimenticios. Las personas con este trastorno tienden a comer sin planificar, saltarse horarios y preferir alimentos ultraprocesados. Además, aunque la hiperactividad pueda parecer un factor que ayuda a “quemar calorías”, en realidad suele dificultar mantener rutinas constantes de ejercicio o descanso, lo que favorece el aumento de peso.
Un estudio de la Mayo Clinic en Minnesota encontró que las niñas diagnosticadas con TDAH en la infancia tienen el doble de riesgo de sufrir obesidad en la adultez. Este hallazgo refuerza que la relación entre ambos padecimientos no es temporal, sino que puede prolongarse durante toda la vida. De acuerdo con investigaciones publicadas en Translational Psychiatry, incluso la obesidad materna durante el embarazo puede incrementar el riesgo de TDAH en los hijos, lo que sugiere una base genética compartida.
El especialista en Nutrición Clínica, doctor Luis Jesús Dorado, señala que las personas con TDAH enfrentan retos adicionales para mantener horarios de comida, controlar el estrés y sostener hábitos de ejercicio. “No es un problema de voluntad -afirma-, es una condición médica que requiere atención integral”. Los tratamientos más eficaces combinan medicación, terapia cognitivo-conductual y planes estructurados de alimentación y actividad física.
La evidencia científica demuestra que el TDAH y la obesidad están estrechamente ligados. Comprender esta conexión es clave para ofrecer tratamientos más completos y evitar prejuicios. Ni la falta de disciplina ni la desatención explican por sí solas el problema: se trata de un vínculo entre neurobiología y metabolismo que requiere acompañamiento médico y psicológico.


