AGENCIA
Brasil vive una profunda conmoción tras el asesinato de Denise Tizo de Oliveira, una joven de 27 años con ocho meses de embarazo, quien fue ultimada por su pareja, Vinicius Franco de Farias, en un hecho ocurrido el pasado domingo en las afueras de San Pablo. Tras cometer el crimen, el agresor se quitó la vida, informaron autoridades locales.
De acuerdo con los reportes, Denise fue hallada sin vida en el domicilio que compartía con Franco de Farias. Ambos presentaban heridas provocadas con un arma blanca. En un principio, existía la esperanza de que el bebé, de nombre Augusto, pudiera sobrevivir, pero la familia confirmó su fallecimiento poco después.
El caso está siendo investigado por la Delegación de Defensa de la Mujer (DD) de Campinas. Testimonios recabados por los agentes apuntan a que la pareja atravesaba una crisis marcada por discusiones constantes, relacionadas con la mudanza a un nuevo hogar y la llegada del bebé, pese a los intentos de los familiares por intervenir.
La Facultad de Odontología de la Universidad Nove de Julho (UNINOVE), donde Denise cursaba sus estudios, emitió un comunicado lamentando la tragedia y condenando la violencia machista que continúa cobrando vidas en Brasil. “Nos unimos al duelo y la indignación por otra vida truncada por la violencia. Que ninguna otra mujer tenga que morir de esta manera”, expresó la institución.
El feminicidio de Denise se suma a la alarmante cifra de violencia de género en Brasil. Según el Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), en 2023 se registraron alrededor de 1,400 feminicidios, lo que equivale a casi cuatro asesinatos de mujeres por día. En 2024, las cifras se mantienen en niveles críticos, con estimaciones que alcanzan 1,459 casos.
A la par, la violencia sexual y psicológica también ha aumentado. Solo en 2024, se reportaron más de 71 mil violaciones, es decir, unas 196 por día. Expertos advierten que las mujeres negras son las más afectadas por estos delitos, reflejando una intersección entre racismo estructural y violencia de género.
A diez años de la promulgación de la Ley del Feminicidio en Brasil, organizaciones civiles y académicas insisten en que la impunidad, la falta de políticas públicas efectivas y la persistencia del machismo estructural siguen siendo los principales desafíos para frenar esta crisis nacional.


