


Venezuela.- Cuando el expedicionario alemán Alexander Von Humboldt recorrió el Orinoco, el noveno río más largo del mundo, contabilizó 330.000 tortugas Arrau hembras ponedoras. Ciento cincuenta años después de la población de los quelonios quedan sólo 900 ponedoras de la especie que vive en peligro de extinción.
El Estado venezolano se propuso salvar a la tortuga gigante Arrau (Podocnemis expansa) cuya carne y huevos son considerados como un manjar por los depredadores humanos que la comercializan ilegalmente. Las hembras adultas alcanzan tamaños de 60 y 70 centímetros de longitud y un peso promedio de 15,7 a 33 kilos.
El Banco Central de Venezuela encargó a Fundatropicos (Fundación para la Conservación del Patrimonio Ecológico de Venezuela) un plan para rescatar y proteger a la mayor tortuga de los ríos suramericanos. Presidida por el biólogo Eduardo Szeplaki, la ONG Fundatrópico, dirige el programa de conservación más exitoso de su especie. Esta especie habita en las cuencas de los ríos Amazonas, Esequibo y Orinoco, con poblaciones en Brasil, Colombia, Perú, Venezuela y las Guyanas.
Muy lejos están los tiempos en los que Julio Verne, en su libro El Soberbio Orinoco.
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