

A pocos meses de tomar posesión como presidente de la República, la realidad que le espera a Andrés Manuel López Obrador en materia de seguridad es totalmente complicada: gobernará con el 80% de las presidencias municipales controladas por el narcotráfico, con una policía al servicio del crimen, quince cárteles en expansión y con amplias ramificaciones violentas que trastocan la gobernabilidad en varios estados, además luchas a sangre y fuego por el control territorial.
Del año 2000 a la fecha, la dinámica del narcotráfico ha variado en todo el país: un dato que sobresale es que ahora los cárteles gobiernan a través de sus aliados buena parte de los municipios del país, por lo que sus cotos de poder son amplios y no menos poderosos.
