
Alejandro Aguilar
EL BUEN TONO
Región.- Municipios como Cuitláhuac, Río Blanco y Tomatlán enfrentan una emergencia hídrica silenciosa. Las fugas de agua alimentadas por tuberías obsoletas de más de 50 años, no solo desperdician millones de litros, sino que agudizan la escasez en épocas de estiaje y multiplican riesgos durante las lluvias.
Datos oficiales de la Comisión del Agua del Estado (CAEV) revelan que, entre 2024 y 2025, estos tres municipios sumaron 305, 320 y 414 fugas, respectivamente, cifras que reflejan el colapso de una infraestructura envejecida.
La CAEV atribuye las fugas al desgaste de materiales, altas presiones operativas y la antigüedad de las redes. En Tomatlán, por ejemplo, el 94 por ciento (%) de las fugas registradas en 2024 ocurrieron en tuberías instaladas en la década de 1970. “Es una bomba de tiempo: Las reparaciones son parches, no soluciones”, advierte un informe interno de la dependencia.
El impacto es palpable. En Peñuela, perteneciente a Amatlán, vecinos bloquearon carreteras en abril de 2025 exigiendo acceso constante al agua. “En temporada seca, recibimos pipas cada 15 días; cuando llueve, las fugas inundan calles y arrastran tierra”, denuncia María López, habitante de la zona.
Según la CAEV, Peñuela registró 34 fugas en dos años, pero la protesta evidencia el descontento por la falta de inversión en redes nuevas.
