

El Cairo.- Entre lágrimas y rezos, miles de seguidores de los Hermanos Musulmanes se atrincheraron en la mezquita de Al Iman, en el este de El Cairo, transformada en una morgue improvisada con decenas de cadáveres hacinados. La policía egipcia allanó el lugar donde se hallan los cuerpos de manifestantes.
Al ser expulsados de sus bastiones de Rabea al Adauiya y Al Nahda en una violenta operación policial, los islamistas buscaron un nuevo espacio en el que resistir los intentos de las autoridades de borrarles del mapa.
La mezquita era un ir y venir de hombres y mujeres desesperados que culpaban a los “golpistas” de la tragedia del miércoles, cuando el desalojo de dichas acampadas y los posteriores disturbios dejaron al menos 638 muertos y 3,700 heridos en todo el país.
“Han matado a inocentes, son unos terroristas”, gritaba una mujer desecha en lloros a la entrada del templo, cuyas escaleras estaban custodiadas por una cadena humana para permitir la salida de los ataúdes.
una pesadilla
Olía a cadáveres
La atmósfera dentro del templo estaba muy cargada. El olor de los cadáveres se camuflaba con incienso y ambientadores, mientras grandes ventiladores trataban de aportar algo de frescor.
Algunos hombres colocaban hielo sobre los cuerpos, otros buscaban en las listas los nombres de algún familiar o conocido fallecido y la mayoría rogaban a Dios por los “mártires”.
Algunos de los cuerpos a los que brevemente levantaron la mortaja estaban calcinados y los congregados en la mezquita denunciaban que se debió a que las fuerzas de seguridad prendieron fuego a un hospital de campaña de la plaza de Rabea al Adauiya.
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