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Ausentismo, simulación y caciquismo: Juan Manuel Diez gobierna Orizaba desde su casa

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Efraín Hernández
EL BUEN TONO

ORIZABA, VER.– Eran casi las 14:00 horas y, como ya es costumbre, Juan Manuel Diez Francos no se presentó a trabajar. Según confirmaron trabajadores del Ayuntamiento que solicitaron el anonimato, el presidente municipal simplemente no acude a su oficina. Su estilo de gobierno se limita a asistir a sesiones de cabildo o juntas programadas, mientras que el resto de la semana permanece encerrado en su residencia, desde donde “manda instrucciones” sin pisar la calle ni atender personalmente las necesidades del municipio.

Quienes lo han visto en Palacio aseguran que sólo aparece los lunes, y solo si algo lo obliga. El resto del tiempo, gobierna desde la comodidad de su casa, lejos de la gente y de los problemas reales que enfrenta la ciudad. Para los orizabeños, encontrar al alcalde es más difícil que resolver una fuga de agua o conseguir alumbrado público en las colonias.

Lo que ocurre en Orizaba es una farsa disfrazada de Pueblo Mágico. Aunque el primer cuadro de la ciudad esté maquillado con flores, cámaras y limpieza superficial, en las colonias la realidad es completamente distinta. Calles sin pavimentar, drenajes colapsados, inseguridad, falta de servicios básicos y abandono son parte del día a día en zonas como Santa María Tlachichilco, Moctezuma, Rabelo, Libertad Agrarista.

El caciquismo de Juan Manuel Diez mantiene un férreo control desde las sombras. Orizaba funciona como una simulación: luces y orden en el centro, miseria e indiferencia en la periferia. La imagen de eficiencia y modernidad que vende el Ayuntamiento no resiste el menor contraste con la vida que llevan los ciudadanos fuera del circuito turístico.

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