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Autonomía Alimentaria

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Originalmente el pueblo de México, gozo de autonomía alimentaria, por sus inconmensurables riquezas naturales, como en materia de casa y pesca, haciéndolo un pueblo nómada por antonomasia, principalmente por causas climáticas y los siclos de productos naturales agrícolas de recolección, creándose importantes asentamientos humanos a partir de la agricultura principalmente del maíz blanco, amarillo, morado y el cacao, cultivos nativos de América, se practicaba el trueque, la cosecha colectiva en la que se recogían productos únicos, algunos endémicos, como varios tipos de fríjol y la yuca, entre otros más.

Ante el contrasentido de la pobreza social y la riqueza natural de México, se nos hace indispensable analizar sus razones y asumirlas desde nuestro particular punto de vista, que surgen de problemas ancestrales, derivados de la forma particular en que el Estado y la sociedad se relacionan, con profundas raíces históricas.

Es preciso señalar que fueron los conquistadores europeos quienes destruyeron nuestra cultura, arrogándose la creación del indio, pues antes de su llegada a américa, no habitábamos indígenas, sino sociedades culturalmente diferentes y un alto grado de desarrollo, que la invasión europea truncó aculturando a los pueblos autóctonos e imponiéndose por la fuerza del acero y la pólvora, creando desde entonces la desigualdad social, entre ellos y quienes habitábamos estas tierras, cuando llegaron a ocuparlas, sin concebir, ni reconocer que existieran seres con iguales derechos y muchas veces con un conocimientos superiores a los suyos sobre la naturaleza, la sociedad y el universo, y, decidieron que habían descubierto la indias y al indio, subordinándolo a sus intereses y ambiciones y nos identificaron como seres inferiores, sin reconocer el marco poli cultural que existía en un continente que florecía, sin importarles las diferencias existentes entre ellas y los diversos grados de desarrollo de cada una de sus culturas.

Sentado lo anterior como corolario, debemos señalar que la alimentación es un derecho humano básico, reconocido en nuestra constitución en los artículos 4°, “toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, el estado lo garantizara”; 27…. I. a XIX… XX…. “el desarrollo rural integral y sustentable a que se refiere el párrafo anterior, también tendrá entre sus fines que el estado garantice el abasto suficiente y oportuno de los alimentos básicos que la ley establezca”; debiéndose señalar enfáticamente que no existe ley reglamentaria que indique los mecanismos para su exigencia, de igual forma tal derecho se encuentra establecido en tratados internacionales suscritos por el Estado Mexicano, considerada en el numeral 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y en otros instrumentos del derecho internacional, sin embargo, lo consideramos letra muerta y uno de los derechos violados sistemáticamente.

El ciclo de las grandes reformas debe cerrarse con cambios para transformar el agro en México, con un paquete de iniciativas, que volteen a los orígenes y hacía la historia, y, de frente a la sociedad, para verdaderamente impulsar el desarrollo rural del País, con sentido común primero debemos reconocer qué los pueblos nativos siguen en la pobreza social, por políticas equivocadas y por el fomento de una política extractiva, de asimilación y estandarización de las comunidades, que en los hechos despoja a los pueblos nativos de sus territorios y sus recursos naturales, subordinando su vida a la lógica del capital y en muchos casos desplazándolos de sus espacios histórico-culturales; tenemos ejemplos de vida y orgullo de cultura autóctona en el pueblo Mixteco, ubicado hasta nuestros días, principalmente en los estados de Guerrero, Oaxaca y Puebla, quienes se autonombran como Nuúsavi o Nasavi, grupo social que tiene como principal característica su cultura, su lengua y su solidaridad, partiendo de sus propias estructuras, normas y formas de organización, consume en prioridad y mayoría lo que produce, conserva y recupera sus semillas nativas y locales, buscando una producción agroecológica, diversificada, con tecnologías apropiadas, genera productos de autoconsumo a través de la micro y pequeña industria, y sus excedentes los utiliza, para abastecer los mercados de las ciudades cercanas, favoreciendo la comercialización directa sin intermediarios, ofrece otro tipo de opciones para acceder al bienestar, diferentes a los planes y programas específicamente diseñados e impuestos desde el aparato estatal con un fin primordial de aparente progreso económico y capacidad de consumo, sin considerar que es necesario pensar en un desarrollo basado en los pueblos y la gente que los integra, así como sus necesidades particulares para alcanzar una vida digna, y, su caso, arroja elementos para pensar, que los programas de desarrollo que se impulsan desde el gobierno, no fracasan únicamente por deficientes manejos administrativos, el exceso de la burocracia, la corrupción y el clientelismo partidario, que mina y disminuye los recursos necesarios para que salgan adelante, sino fundamentalmente porque al planearlos no se toma en cuenta la situación específica de los destinatarios, con la paulatina pérdida de la autodeterminación como pueblo originario soberano, en ese sentido, por más que los programas busquen su legitimación entre las comunidades, éstas no los hacen suyos porque sus integrantes no ven en qué mejorarán su vida.

Consideramos necesaria la participación social, para superar el problema, pensar en el desarrollo basado en los pueblos y la gente que los integra, con la amplitud de nuestro mosaico poli cultural, que no es la foto vestido en ropa de algodón y adornos vernáculos, sino el devenir cultural de la población, lo demás, incluido el dinero, es complementario, lo importante es que los pueblos diseñen, a partir de su realidad concreta, herramientas que les permitan controlar los procesos de mejoramiento de sus condiciones de vida, de acuerdo a su entorno y a los derechos que le otorga nuestra Carta Magna, privilegiando la satisfacción de sus necesidades, entre ellas la alimentación, el vestido y el esparcimiento de las familias, incluyendo su derecho a producir lo que consumen y hacen con sus propias tecnologías, conocimientos y saberes ancestrales, propiciando la incorporación de las mujeres al desarrollo, apoyando específicamente sus actividades productivas y el progreso sustentable de sus comunidades, por lo que los foros de la reforma del campo, deberán considerar éstos aspectos.

La globalización y la crisis alimentaria mundial, ha servido para enriquecer a grupos de poder económico, inversionistas, acaparadores y corporaciones multinacionales, sin importar los más pobres y poner al resto del planeta en una situación de riesgo económico y ambiental, la dinámica capitalista extrema, la industrialización y la acumulación excesiva de la riqueza, ha llevado a que nos encontremos frente a un proceso intensivo orientado a que la agricultura no se enfoque a la producción de alimentos para las personas, por encima de sus necesidades, y el respeto al ambiente, sino a la alimentación de los animales y la producción de combustibles, tal es el caso de cereales como el maíz y la cebada, entre otros cultivos de primer orden, teniendo como derrotero que quienes han resultado más perjudicados por el sistema son la gente del campo, que, paradójicamente, corresponden al grueso de la población con carencias alimentarias.

Considerando que los campesinos son los principales productores de alimentos, es por demás inaudito que el 80% de la pobreza alimentaria ocurra en el medio rural, ello nos inclina a opinar que los programas sociales que se enfocan a la seguridad alimentaria, pretendiendo garantizar una alimentación suficiente para todos los habitantes del País, en particular los niños y niñas, por medio de comedores escolares y populares, hasta grandes proyectos de cooperación internacional de ONG y organismos multilaterales, pretenden suplir las necesidades alimenticias de las personas, centrándose en la “disponibilidad” de alimentos, que convierte a los pueblos en dependientes, debiendo voltear al desarrollo e incentivar la agricultura, ganadería y pesca, en los ámbitos local, familiar y agroecológica, para que sea la que prevalezca, cuyo proceso de transformación y comercialización no sea jerárquico ni centralizado, como es el caso hoy, para que produzca y alimente la población, antes que centrarnos en comparar balances internacionales de divisas, para estar en condiciones de construir la autonomía alimentaria.

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