


AGENCIA
Chiquilá, Q. Roo.- Lo que comenzó como una faena ordinaria de pesca terminó con un inesperado y desconcertante encuentro en altamar. El pasado 16 de abril, un grupo de pescadores del puerto de Chiquilá, en Quintana Roo, avistó un buque de guerra de Estados Unidos a 80 millas náuticas (128 km) de la costa mexicana, en aguas que, conforme a la legislación nacional, aún pertenecen a territorio marítimo mexicano.
El incidente fue captado en video y se viralizó rápidamente en redes sociales, generando inquietud entre habitantes de esta comunidad pesquera ubicada frente a la turística Isla Holbox. Pese a que la Secretaría de Marina (Semar) desestimó la veracidad del material y aseguró no tener reporte alguno sobre la presencia del buque, los testimonios de los pescadores recogidos por la revista Proceso confirman lo contrario.
De acuerdo con los pescadores, varias embarcaciones que se encontraban en plena temporada de captura -que va de marzo a julio- pudieron observar la nave militar estadounidense desplazándose en aguas nacionales, lo que ha reavivado el debate sobre la soberanía marítima y la capacidad del Estado mexicano para vigilar su territorio.
¿Violación de soberanía?
Según los parámetros establecidos por México y por convenios internacionales como la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar), las aguas territoriales de un país se extienden hasta las 200 millas náuticas (370.4 km) desde su costa. Sin embargo, Estados Unidos no reconoce este límite, ya que basa sus reclamaciones marítimas en su plataforma continental.
“La mayoría de las grandes potencias navales no reconocen las 200 millas; de facto son aguas internacionales. Entonces, la Secretaría de Marina, aunque quiera, no puede hacer nada”, explicó Raúl Benítez Manaut, experto en seguridad y académico de la UNAM, en entrevista para Proceso.
El investigador detalló que, bajo las leyes y tratados estadounidenses, la presencia de una embarcación militar en dicha ubicación no requiere autorización ni notificación previa al gobierno mexicano, aunque en términos diplomáticos debería al menos levantar una alerta.
Una región estratégica, pero desprotegida
Chiquilá, a 437 kilómetros de Chetumal, es una comunidad que vive principalmente de la pesca y el turismo. Muchos de sus pobladores reciben a turistas nacionales y extranjeros, mientras que otros salen al mar con redes y cordeles en busca del sustento diario. Pese a su ubicación estratégica frente a Holbox, la vigilancia en la zona marítima es mínima.
Los pescadores, acostumbrados a faenas de varios días en altamar, afirmaron que nunca antes habían presenciado algo similar. “Nos sacó mucho de onda… no sabíamos si regresar o escondernos. Nunca imaginamos ver un barco de guerra tan cerca”, relató uno de ellos a Proceso, bajo anonimato por temor a represalias.
¿Y la autoridad mexicana?
Aunque la Semar negó que el incidente haya ocurrido como se muestra en el video, el hecho ha dejado al descubierto los vacíos legales y diplomáticos que enfrenta México en el control de sus aguas. La presencia de una embarcación militar extranjera tan próxima a la costa no solo causa incertidumbre entre los pescadores, sino que también evidencia la limitada capacidad de respuesta de las autoridades.
Este episodio revive la discusión sobre la necesidad de fortalecer la vigilancia marítima y actualizar los protocolos diplomáticos ante la presencia de naves extranjeras, especialmente cuando se trata de buques de guerra en regiones con fuerte actividad económica y turística.
Por ahora, los pescadores de Chiquilá han vuelto al mar, pero con una mezcla de desconfianza y resignación. Saben que no es la primera ni será la última vez que una potencia extranjera cruce sus rutas… sin pedir permiso.


