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¿Cómo enseñar a los adultos mayores a detectar y evitar el phishing?

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Cada vez usamos más Internet para cosas cotidianas: pagar cuentas, hablar con la familia, leer noticias o hacer compras. Pero, en ese mismo espacio, también hay personas con malas intenciones. El phishing – una forma de estafa en línea – se ha convertido en una de las trampas más comunes, especialmente para los adultos mayores.

Afortunadamente, no hace falta ser un experto en tecnología para evitar caer en estas trampas. Con paciencia, ejemplos sencillos y algunas herramientas, cualquier persona puede aprender a reconocer cuándo algo “no huele bien” en Internet.

¿Qué es el phishing?

El phishing (que se pronuncia como “fishing”, de “pescar” en inglés) es justamente eso: una forma de “pescar” víctimas. Los estafadores envían mensajes falsos como si fueran de un banco, una empresa conocida o incluso una red social, esperando que alguien pique.

Por ejemplo, puede llegar un correo que dice: “Hemos bloqueado su cuenta bancaria. Haga clic aquí para verificar sus datos”. Todo parece urgente, y eso es parte del truco. Si la persona hace clic y escribe su información, ya cayó en la trampa.

¿Cómo ayudarles a detectarlo?

Si tienes adultos mayores cerca – mamá, papá, abuelos, tíos –, vale la pena sentarse un rato con ellos y revisar juntos cómo lucen estos engaños. Aquí hay señales que pueden aprender a identificar:

  1. Errores de escritura: Muchos mensajes de estafa están mal redactados o tienen faltas de ortografía.
  2. Remitentes extraños: El correo puede parecer oficial, pero si miramos bien la dirección, algo no cuadra.
  3. Enlaces sospechosos: Al pasar el cursor por encima (sin hacer clic), pueden ver si el enlace lleva a un sitio desconocido o raro.
  4. Mensajes que meten miedo o urgencia: Como “Si no responde en 24 horas, su cuenta será suspendida”.
  5. Piden información personal: Ningún banco serio pide contraseñas o datos confidenciales por correo electrónico o mensaje de texto.

Lo ideal es enseñarles a detenerse un momento, respirar y, si tienen dudas, hablar con alguien antes de hacer clic.

Una ayuda extra: usar una VPN

Aparte de identificar y detectar correos extraños; también se pueden usar herramientas muy útiles para proteger la conexión de la red. Una de ellas es la VPN (virtual private network), haciendo de “túnel” seguro, muy interesante en la red wifi pública, como en el caso de un café o en una biblioteca.

No hace falta entender toda la tecnología: lo importante es que una VPN ayuda a mantener la información privada y fuera del alcance de terceros. Hoy existen muchas opciones fáciles de usar, incluso para quienes no tienen experiencia, y algunas incluyen hasta una prueba gratis de VPN, lo que permite probarla sin compromiso.

Instalarla con los adultos mayores y mostrarles cómo activarla puede ser una buena forma de fortalecer su seguridad digital sin complicaciones.

Cultivar la desconfianza sana

Otra de las claves para impedir las estafas es aprender a convivir con una desconfianza sana, no se trata de vivir en un estado de temor, sino de interrogarse uno mismo: ¿tiene sentido este mensaje? ¿De verdad he ganado un premio del que no me acuerdo haberme preocupado?

La regla de oro: si suena demasiado bien (o demasiado preocupante), probablemente lo sea; y de haber alguna duda, lo mejor es no hacer clic y preguntar a una persona de confianza.

No olvidar las contraseñas y actualizaciones

Aprovechando el momento, también es bueno repasar algunos hábitos importantes:

  • Usar contraseñas seguras, que mezclen letras, números y símbolos.
  • No usar la misma contraseña para todo.
  • Anotar las claves en un cuaderno guardado, si no se sienten cómodos con gestores digitales.
  • Mantener los dispositivos actualizados, para que tengan las últimas protecciones de seguridad.

Activar la verificación en dos pasos también puede marcar una gran diferencia. Eso significa que, aunque alguien robe una contraseña, igual necesitará otro código para entrar.

Aprender juntos, sin apuro

Hay muchos recursos pensados para adultos mayores: tutoriales en video, talleres en centros comunitarios o guías fáciles de seguir. Sin embargo, nada reemplaza la compañía y la paciencia.

Sentarse juntos frente a la computadora, revisar ejemplos reales y practicar qué hacer (y qué no hacer) vale mucho más que mil advertencias. Además de enseñar, esa cercanía les da confianza para enfrentar la tecnología con menos miedo.

Lo más importante es que se sientan acompañados, no juzgados, porque un ambiente de apoyo hace toda la diferencia en su aprendizaje.

En resumen

El phishing no se combate simplemente con tecnología, sino también con información clara y simple, hábitos sencillos, y un poco de desconfianza útil. Si ayudamos a los adultos mayores a detectar las señales y a pensar dos veces antes de hacer clic, además de protegerlos, les proporcionamos más seguridad y libertad en la vida digital.

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