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Crisis por piratería; editoriales y librerías resisten

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Alejandro Aguilar

El Buen Tono

Córdoba.- Editoriales y librerías locales resisten ante la clonación masiva de libros y la demanda de literatura “parche” para la fractura social. Y frente a la crisis de valores los libros de “superación personal” y de educación en familia son los más demandados.

Ante el regreso a clases, Rogelio Cabrera encargado de una librería local, señala con frustración la proliferación de libros clon: “Ahí los ve usted como jitomates: libros clonados en el suelo. Es piratería que las autoridades no frenan”. Su testimonio revela una crisis doble: la inoperancia municipal contra el plagio editorial y el auge de lecturas de autoayuda y crianza como síntoma de una sociedad desorientada. 

Rogelio Cabrera, con 32 años en el oficio, desmenuza el daño: “Cada libro pirata es un golpe a autores, editoriales y libreros. La gente no entiende que lo barato sale caro: textos con páginas borrosas, errores de impresión y hasta capítulos incompletos”. La clonación masiva opera con impunidad. Mientras el Ayuntamiento incumple operativos efectivos, la cadena de libros se desangra. “¿Dónde está la regulación?”, cuestiona el librero. “Esto no es solo un delito económico: es matar la cultura”. Señaló que los estantes más solicitados no son los clásicos literarios, sino títulos como “Si los amas, edúcalos” o “Tu Hijo, Tu Espejo”: “Los padres llegan desesperados: no entienden la rebeldía de sus hijos adolescentes. Buscan fórmulas para educar en valores que ya no existen”, explica Cabrera. 

Y es que esta demanda refleja un fenómeno social profundo que se manifiesta en varias dimensiones. Por un lado, la fractura generacional, evidenciada en la brecha digital y la pérdida de autoridad parental, impulsa la búsqueda de libros sobre métodos Montessori o psicología adolescente.

A la par, emerge un síntoma donde la obsesión por la superación personal y la crianza funcional, visible en títulos como “Inteligencia Emocional” o “El caballero de la armadura oxidada”, expresa el vacío ético de una sociedad que delega en manuales lo que antes resolvía mediante el diálogo.

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