

De la Redacción
El Buen Tono
Amatlán.- La presidenta del DIF Municipal, Daniela Alfaro Canseco, “adquirió” el Premio Nacional Tonantzin, únicamente así lo obtuvo, debido a que no se merece ningún reconocimiento de prestigio por las denuncias que acumuló durante su administración que está por terminar, por violar principios elementales del servicio público.
Lo anterior, evidencia el cinismo de un reconocimiento sin credibilidad y la complicidad con autoridades cuestionables.
Los hechos documentados indican que Alfaro Canseco desvió recursos públicos para rentarse una vivienda a sí misma, utilizó fondos del DIF para promover su campaña política, y protegió a agresores sexuales presionando a víctimas.
Su administración negó apoyo a un niño en situación crítica, abandonando a la población vulnerable y traicionando el mandato del organismo asistencial.
Dichas irregularidades integran un patrón de desvío de fondos, nepotismo en plazas y abandono de funciones esenciales.
Investigaciones judiciales y periodísticas exponen redes de nepotismo en el DIF, contratación de familiares sin méritos, asignación fraudulenta de plazas, y sobreprecios en compras con dinero público.
Pese a tales irregularidades, el IMDE premió su gestión con criterios inverificables como “encuestas ciudadanas” jamás auditadas, y una selección arbitraria que en 2014 distinguió a 63 funcionarias entre 2 mil 445 candidatas sin justificación metodológica para ello.
El cinismo culmina cuando un premio que usa el nombre Tonantzin (“Nuestra madre” en náhuatl), se le otorga a quien abandonó a menores necesitados.
Tal paradoja se explica por la naturaleza del galardón, un mecanismo operado desde León, Guanajuato, por grupos con intereses políticos vinculados a exasesores del expresidente, Vicente Fox.
Amatlán sufre un DIF convertido en botín familiar, con desvíos de 3.7 millones de pesos y contratos amañados.
Urge desmantelar la simbiosis perversa donde galardones opacos se dan de forma inmerecida y sólo por convenio.
