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De política y cosas peores

Superiberia
  • Por CATÓN / columnista

“Inventé una nueva píldora anticonceptiva -le dijo el doctor A. Vicena a su colega el médico A. Verroes-. Está hecha solamente de harina y azúcar, de modo que no produce ningún efecto secundario”. Preguntó, intrigado, el médico A. Verroes: “Si esa píldora está hecha de harina y azúcar nada más, ¿cómo puede servir de anticonceptivo?”. Explicó el doctor Avicena: “La píldora maide un metro de diámetro y pesa un kilo y medio. Cuando la mujer termina de tomársela al hombre ya se le pasaron las ganas”. Don Chinguetas iba a salir en su automóvil con su nieto de 5 años. Le sugirió doña Macalota: “Ve diciéndole al niño la marca de los coches con los que se crucen. Eso lo distraerá”. Cuando regresaron, doña Macalota le preguntó al pequeño: “¿Te fue diciendo tu abuelito la marca de los coches que pasaban?”. “Sí -confirmó el pequeño-. Vimos varios de la marca Ford, varios de la marca Chevrolet y más de 50 de la marca Pendejo”.
Tiempo de Cruzadas. Hefestino, el herrero del pueblo, puso este anuncio en la puerta de su fragua: “¡Grandiosa oferta de temporada! Cinturones de castidad: 50 escudos”. Y abajo en letras más pequeñas: “Llave maestra para abrir cualquier cinturón de castidad: 500 escudos”. No, Presidente López; no. El país no está en calma. Decir eso es espejismo, cuando no mentira o falsedad. Lo cierto es que el crimen organizado le va ganando la guerra al gobierno desorganizado, y está echando mano ahora a una de las más nefastas prácticas que un grupo criminal puede utilizar para imponer sus condiciones: el terrorismo, o sea la violencia ejercida sobre la población civil, la matanza indiscriminada de inocentes como vía de presión contra el Estado. En vez de llevar cubrebocas usted lleva tapaojos. No ve la realidad o finge no mirarla. En lugar de enfrentar los hechos los rehúye y crea su propio mundo a base de “otros datos” que ninguna base tienen. Lejos de llevar a cabo actos útiles de gobierno inventa acciones aberrantes, como ésa de la consulta para ver si se castiga o no a los presidentes que lo antecedieron, consulta cuyo primer obstáculo será la comprensión de la pregunta formulada a los votantes, margallate concebido por la Suprema Corte, con visos de Zaldívar, que no entendería el mismísimo Aristóteles así resucitase exclusivamente para descifrarlo. Desde luego yo no acudiré a esa farsa: hace muchos años dejé de participar en comedias y sainetes. Si esa pantomima se lleva a cabo les costará mucho dinero a los contribuyentes y no traerá consigo resultado alguno. Circo, puro circo, mientras el pan se encarece y en muchos hogares empieza ya a escasear. Aún es tiempo de cambiar el discurso, Presidente López. Y, más importante todavía: aún es tiempo de cambiar el curso. Don Moneto, rico empresario, tenía una cadena de 200 restoranes. También tenía una hija llamada Anfisbena, más fea que un coche por abajo. Pero a nadie le falta Dios, dice un piadoso dicho. La muchacha encontró un galán de nombre Braguetino que la desposó. Al inesperado novio no lo movía el interés: lo movía más bien el capital. Don Moneto le dijo a su flamante yerno: “Sé que mi hija no es una ganga, de modo que por haberte casado con ella te daré la mitad de mis restoranes”. Replicó Braguetino: “Se lo agradezco mucho, suegro, pero no soy bueno para la administración. Le vendo mi mitad”. Una señora comentó en la merienda de los jueves: “Mi marido es muy gordo. Celebramos su cumpleaños los días 5, 6 y 7 del mes en que nació”. El sacerdote maya le dijo a su ayudante: “Creo que estamos haciendo las cosas completamente al revés, Tzik: tocamos los tambores y arrojamos las doncellas al cenote”. FIN.

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