


Alejandro Aguilar
El Buen Tono
Región.- Córdoba y Orizaba se han convertido en los municipios de esta zona con el mayor número de personas desaparecidas, un amargo liderazgo que desnuda la profunda crisis de seguridad y la incapacidad de las autoridades locales para contenerla. Entre ambas ciudades suman cerca de 500 desaparecidos.
Los datos son elocuentes y estremecedores. Córdoba registra un total de 294 personas desaparecidas (229 hombres y 65 mujeres), mientras que Orizaba suma 183 casos reportados (158 hombres y 25 mujeres).
Estas cifras no sólo superan con creces a cualquier otro municipio de la zona montañosa veracruzana, sino, que pintan un panorama desolador de dos ciudades donde la ausencia forzada se ha normalizado de manera alarmante. Cada uno de estos números es una vida interrumpida, un hogar sumido en la angustia permanente.
La situación es especialmente grave porque ambas ciudades están en una región reconocida como “Pueblos Mágicos”. Sin embargo, el alto número de desapariciones en Córdoba y Orizaba evidencia que la violencia ha alcanzado el corazón de Veracruz, borrando la idea de que estas ciudades son un refugio seguro.
La responsabilidad de esta tragedia en curso recae, sobre los cuerpos de seguridad municipal y las autoridades locales. La incapacidad para prevenir estos hechos, para investigarlos con diligencia y, sobre todo, para brindar resultados tangibles a las familias, evidencia un fracaso institucional profundo.
Las fuerzas policiales de estos municipios aparecen claramente rebasadas, carentes de estrategias efectivas o, en el peor de los casos, permeadas por la inacción o la complicidad que permite la impunidad.


