


Frente a las costas de Melaque, Jalisco, un equipo de investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG) realizó un hallazgo que está dando de qué hablar en la comunidad científica internacional: el descubrimiento de un nuevo género y especie de nudibranquio holoplanctónico —popularmente conocidos como babosas marinas— al que denominaron Pleuropyge melaquensis.
Un hallazgo excepcional
A diferencia de la mayoría de los nudibranquios que habitan pegados al fondo marino, esta diminuta especie (de apenas 5 a 7 milímetros) vive en la columna de agua, lo que la convierte en un organismo pelágico único. De hecho, es apenas la cuarta especie en el mundo con esta capacidad y el tercer género descrito en la familia Phylliroidae.
Antes de este hallazgo, se conocían solamente tres especies:
- Phylliroe bucephala
- Phylliroe lichtensteini
- Cephalopyge trematoides
Con la llegada de Pleuropyge melaquensis, México se suma a esta corta lista de registros a nivel global.
Adaptaciones sorprendentes
De acuerdo con la bióloga marina Jeimy Santiago Valentín, investigadora posdoctoral de la UdeG, esta especie presenta características evolutivas únicas:
- Cuerpo transparente y aplanado, ideal para desplazarse en aguas abiertas.
- Pie reducido, que le permite mantenerse suspendida en la columna de agua.
- Sistema digestivo especializado, capaz de regular su metabolismo.
“Es una de las pocas especies con esta capacidad, además de ser el tercer género descrito y la cuarta especie a nivel mundial”, destacó la científica.
Importancia ecológica y científica
Aunque casi invisible a simple vista, este pequeño organismo juega un papel crucial en los ecosistemas marinos. Según la ecóloga marina Eva Rose Koza, forman parte de las cadenas tróficas que sostienen a peces y ballenas, además de influir en procesos pesqueros y en la dinámica del cambio climático.
La profesora Carmen Franco Gordo subrayó la relevancia del hallazgo:
“Esta especie es una embajadora que habla de la importancia de los seres minúsculos; nos da mucho orgullo encontrar un organismo nuevo para la ciencia, para el mundo y para la UdeG”.
Confirmación genética
El hallazgo se consolidó tras un riguroso estudio genético en colaboración con un laboratorio de biología molecular. Se analizaron tres genes que confirmaron que se trataba de un género totalmente nuevo.
El descubrimiento fue posible gracias a más de dos décadas de muestreos en la plataforma continental, en particular en el arrecife de Cuastecomate, Jalisco, lo que refleja la importancia de la investigación marina continua para entender y proteger la biodiversidad.


