


Alejandro Aguilar
El Buen Tono
Córdoba, Ver.- En el marco de las terapias grupales ofrecidas por el Movimiento Buena Voluntad 24 Horas, integrantes como Laura y Araceli han compartido testimonios profundos sobre cómo sus experiencias infantiles marcaron su lucha contra la depresión y los pensamientos suicidas. A través del programa Neuratín, diseñado para abordar traumas emocionales, los participantes reconstruyen sus historias personales y encuentran herramientas para sanar.
Laura, de 62 años, relató cómo los problemas económicos familiares, la presión académica y el rechazo materno la llevaron a desear la muerte desde la infancia. “Pensaba: si la vida será así de difícil, mejor muérete ahora”, confesó. Recordó que el miedo al fracaso y la constante descalificación —“inútil, tonta, no sirves para nada”— alimentaron su aislamiento y ansiedad. Hoy, gracias a la terapia, comprende que esos pensamientos surgían de la incapacidad de enfrentar un entorno hostil.
Por su parte, Araceli, de 44 años, reveló que el abuso por parte de su padrastro y la violencia doméstica normalizada en su hogar la sumieron en una profunda desesperanza. “Le pedía a Dios no despertar”, admitió. Aunque nunca concretó un intento de suicidio, durante su divorcio cargó con culpas que casi la llevan al límite. “En el grupo aprendí que ocultar el dolor no es sanar”, destacó, subrayando el valor de compartir sin juicios en el espacio terapéutico.


