Alejandro Aguilar
El Buen Tono
Córdoba, Ver.- En el estado de Veracruz, la ciudad de Córdoba se ha erigido como un alarmante epicentro de violencia contra las mujeres. De acuerdo con los datos del observatorio universitario de violencias contra mujeres de la UV, correspondientes al periodo de enero a septiembre de 2025, el municipio ocupa el primer lugar en desapariciones de mujeres, con 24 casos registrados, superando incluso a ciudades con tradición de alta incidencia delictiva. A esta cifra devastadora se suman 4 casos de agresiones y un feminicidio, pintando un panorama desolador para las cordobesas.
Esta crisis de seguridad local se enmarca en un contexto nacional donde la propia presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, ha enfrentado y denunciado un acto de acoso. Su cuestionamiento público de “si se lo hacen a la presidenta, qué va a pasar con todas las mujeres en el país” resuena con amarga ironía en Córdoba, donde la cotidianidad de la violencia de género parece encontrar una respuesta institucional insuficiente y desconectada de la emergencia.
Frente a esta situación, la respuesta del Instituto Municipal de las Mujeres de Córdoba aparece como profundamente deficitaria. Lejos de implementar políticas públicas contundentes y mecanismos efectivos de protección, la institución se ha limitado a la gestoría y a la impartición de talleres, acciones que, si bien pueden tener un valor complementario, resultan completamente insuficientes para frenar la ola de violencia que cobra vidas y desaparece a mujeres todos los días. La retórica de la protección se estrella contra la realidad de las estadísticas, que no muestran una mejora tangible.


