


De la Redacción
El Buen Tono
Orizaba.- En un acto que evidencia la más flagrante contradicción entre el discurso oficial y la realidad, elementos de la Policía Estatal fueron captados circulando en sentido contrario sobre la transitada autopista Veracruz-México. Este grave incidente, lejos de ser un ejemplo de respeto a la ley, se convierte en un emblema de impunidad y debilidad institucional, especialmente cuando “no pasa nada” para corregir estos abusos de poder.
Peor aún, este episodio revela la ilegalidad sistémica alentada desde la propia Secretaría de Seguridad Pública, pues mientras se promueven operativos contra infracciones viales, sus agentes operan como si las normas fueran letra muerta. Esta doble moral no solo desacredita las campañas de concientización, sino que corroe la ya fracturada confianza en las instituciones encargadas de garantizar el orden en la ciudad.
La SSP enfrenta una crisis de legitimidad cuando normaliza estas conductas delictivas dentro de sus filas. La ausencia de controles internos efectivos y la opacidad en los procesos disciplinarios sugieren que tales actos no son excepciones, sino síntomas de una estructura que protege a sus elementos por encima de la integridad ciudadana.
De acuerdo a testigos que documentaron el momento, se observa cómo dos motos patrulleras de la Policía Estatal avanzaron en contra el flujo vehicular en un tramo de la autopista. Esta maniobra ilegal y de alto riesgo, tipificada como falta grave en el Reglamento de Tránsito, puso en peligro la vida de conductores.
Resulta intolerable que quienes portan uniforme y arma institucional, símbolos de autoridad, se conviertan en amenazas públicas. La SSP no solo falla en su deber preventivo, sino que se erige como fuente de riesgo cuando sus agentes instrumentalizan ilegalmente su inmunidad para violentar normas diseñadas para salvar vidas.
Este desprecio evidencia una jerarquía perversa donde el poder anula la responsabilidad. Mientras las autoridades exhortan a la ciudadanía a respetar normas viales, los agentes del Estado las ignoran, como si la circulación en sentido contrario no correspondiera a una infracción menor, y que independientemente de eso, podría haber terminado en tragedia fatal.
Ciudadanos señalaron que, el verdadero problema no es solo el error, sino la sistemática ausencia de sanción, pues al tratarse de elementos de la SSP no pasa nada, pero si se tratara de un ciudadano común, el desenlace sería otro muy distinto.

