

AGENCIA
Benevento, Italia.- A casi 2 mil años de su construcción, el Arco de Trajano sigue siendo una de las joyas más impresionantes del arte romano. Erigido en el año 114 d.C. en honor al emperador Marco Ulpio Trajano, este monumento no solo conmemora sus victorias y reformas, sino que también se ha consolidado como una obra maestra de la escultura antigua.
Ubicado en la ciudad italiana de Benevento, el arco se destaca por sus relieves minuciosamente tallados, que muestran una fusión entre la grandeza del poder imperial y la protección de los dioses del panteón romano. En sus superficies se pueden distinguir con notable claridad figuras de Júpiter, Minerva, Juno, Hércules, Ceres, Baco y Mercurio, cada uno representado con una precisión artística que aún hoy asombra a historiadores y visitantes.
Cada pliegue de sus vestiduras, cada gesto solemne, cada rayo lanzado por Júpiter esculpido con detalle milimétrico, habla no solo de la habilidad técnica de los artistas romanos, sino de la intención simbólica del monumento: Celebrar la unión entre el poder terrenal y lo divino.

El arco marcaba la entrada a la antigua Via Traiana y fue erigido por el Senado y el pueblo romano como homenaje al emperador por sus campañas militares y sus reformas que fortalecieron el Imperio. Sin embargo, su valor trasciende lo político. El Arco de Trajano es también una narración visual, una especie de cómic en piedra que relata con solemnidad los momentos claves del reinado de Trajano, coronado por la presencia vigilante de los dioses.
A casi mil 900 años de su edificación, el monumento permanece como una oda eterna al poder, la gloria y la conexión entre lo humano y lo divino, recordando al mundo moderno la sofisticación artística y simbólica del legado romano.

