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El ‘Cártel de los Cuicas’: Corrupción familiar y estadios en ruinas

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EL BUEN TONO


Veracruz, Ver.- Los estadios “Luis ‘Pirata’ Fuente” y “Nido del Halcón”, prometidos como obras emblemáticas de la primera administración morenista en el estado, son evidencia del desfalco sistemático orquestado por un grupo con nombre propio: el “Cártel de los Cuicas”.
Detrás de esta red de corrupción no solo hay funcionarios. Hay familias enteras beneficiadas por el poder. De entrada, el ingeniero Ricardo García Jiménez junto con Zenyazen Escobar, fueron quienes operaron directamente el desastre financiero del “Pirata” Fuente. Lo que comenzó con un presupuesto de 400 millones de pesos terminó costando más de mil 600 millones y ni siquiera se concluyó.
Ricardo García dirigía “Espacios Educativos”, el mismo históricamente usado como caja chica de la SEV. Bajo su gestión, la Auditoría Superior de la Federación detectó anomalías por más de 32 millones de pesos: anticipos no amortizados, obras sin comprobación, retrasos, deficiencias constructivas y pagos por conceptos inexistentes.
Como si eso no bastara, 14 obras no fueron ni siquiera registradas ante el IMSS, lo que implica una probable evasión de cuotas y afectación directa a los trabajadores. Aunque el gobierno estatal intentó justificar parte de estas irregularidades, 13 contratos siguen bajo observación formal, entre ellos: IEEV-FAMB-2024-106, 136, 138, 139, 169, 187, 191.
En la Oficialía Mayor de la SEV —entregada por Zenyazen Escobar a su aliado Eleazar Guerrero y luego a la operadora Ariadna Celeste Aguilar— se detectaron más de 200 contratos otorgados a empresas de reciente creación, sin historial ni estructura real: las ya conocidas empresas fantasma.
A ese mismo grupo también se le atribuye el manejo discrecional de las Tiendas Escolares, otra veta de corrupción donde, según cálculos internos, se embolsaron hasta cinco mil millones de pesos.
Todo quedó en familia: desde las designaciones, hasta los contratos y los desvíos. Como si fuera una telenovela mal actuada, cuando el escándalo comenzó a crecer, Zenyazen y Ariadna empezaron a echarse culpas entre ellos, tratando de salvar su pellejo político. Pero las auditorías, las obras inconclusas y los millonarios faltantes ya estaban documentados.
Y no es casual que este sistema haya colapsado justo cuando la gobernadora Rocío Nahle decidió cortar el flujo de recursos a los proyectos fallidos. Ya no hubo más dinero bueno para tapar el dinero robado. La farsa se derrumbó.
Queda aún por investigar el caso del “Nido del Halcón”, entregado a la familia Fernández Chedraui, donde se repitió el patrón: pagos millonarios, avances mínimos y una obra abandonada a medio camino.
El saqueo fue sistemático. La impunidad, descarada. Y los responsables, los mismos de siempre: funcionarios reciclados, operadores de confianza y familiares bien acomodados. El “Cártel de los Cuicas” no solo destruyó estadios. Destruyó la poca credibilidad que quedaba en el discurso de transformación.

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