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El Cempasúchil: Flores de vida y muerte en la tradición mexicana

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En la rica tradición mexicana del Día de los Muertos, una de las imágenes más icónicas que inmediatamente nos transporta a este ancestral festejo es el cempasúchil. Esta vibrante flor naranja, cuyo nombre proviene del náhuatl “cempohualxochitl”, se ha convertido en un símbolo de la festividad que honra a los seres queridos fallecidos.

Orígenes Ancestrales:
El cempasúchil tiene profundas raíces en la historia y la mitología de México. Los aztecas, por ejemplo, lo consideraban una flor sagrada asociada con la vida y la muerte. Se creía que sus brillantes pétalos anaranjados representaban los rayos del sol y, al mismo tiempo, simbolizaban el ciclo eterno de la vida y la muerte.

Uso en el Día de los Muertos:
El Día de los Muertos, celebrado el 1 y 2 de noviembre, es un momento en que las familias se reúnen para recordar y honrar a sus seres queridos fallecidos. El cempasúchil desempeña un papel crucial en esta conmemoración. Se utiliza para crear los característicos altares de muertos, conocidos como “ofrendas”, donde se coloca la comida, las bebidas y los objetos que el difunto disfrutaba en vida. Las flores de cempasúchil se utilizan para guiar el espíritu de los difuntos de vuelta al mundo de los vivos, ya que se cree que su aroma y color brillante actúan como faro.

Curiosidades Sobre el Cempasúchil:

  1. Pétalos Comestibles: Aunque se utilizan principalmente con fines decorativos, los pétalos de cempasúchil son comestibles y se han incorporado en diversas recetas tradicionales mexicanas, como el mole amarillo.
  2. Cosecha Específica: El cempasúchil florece típicamente durante la temporada de lluvias, lo que lo hace estar en su máximo esplendor justo a tiempo para el Día de los Muertos en noviembre.
  3. Difusión Global: La belleza y el simbolismo del cempasúchil han llevado a su difusión en todo el mundo. En muchas culturas, se ha convertido en una opción popular para la jardinería y la decoración en otoño.

El cempasúchil es un recordatorio poderoso de que, en la cultura mexicana, la muerte no se percibe como el final, sino como una parte natural del ciclo de la vida. Esta flor, con su vibrante color y aroma distintivo, encarna la idea de que la memoria de nuestros seres queridos fallecidos perdura y que, en el Día de los Muertos, pueden volver a visitarnos y ser honrados con amor y alegría.

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